Un acontecimiento de dimensiones históricas se está viviendo a escala mundial. Desde la década de 1930 no se experimentaba una crisis de esta magnitud de la economía capitalista. Hoy es un hecho que prácticamente todas las economías imperialistas han entrado de manera simultánea en un profundo ciclo recesivo.
A pesar de las toneladas de dólares y recursos que los estados están volcando para evitar el quebranto del sistema financiero internacional, y de las grandes industrias y ramas de la economía (como sucede con las mayores automotrices de EEUU), crece el temor de que el clima de contracción y deflación se siga agravando, y que, entonces, la economía mundial termine deslizándose hacia una nueva gran depresión.
Este verdadero ataque cardíaco que se está viviendo en el centro mismo del sistema capitalista internacional, ya se está trasladando a los demás países y esferas de la sociedad mundial. No hay rincón del planeta ni sector de la actividad humana que pueda escapar a sus efectos, aun cuando estos se expresen con las desigualdades del caso.
En otros palabras, se ha abierto una nueva situación mundial. En esta nueva situación, están cuestionados los equilibrios internacionales construidos en los últimos sesenta años, tanto en las relaciones entre las clases como al interior mismo de la clase dominante y, también, entre los distintos estados. Estos equilibrios se verán sometidos a tremendas pruebas y presiones en los próximos años.
Por si esto fuera poco, todos los analistas coinciden que en el 2009 la crisis alcanzará picos más dramáticos. En ese contexto, se abre la posibilidad de que se desencadenen grandes luchas sociales y políticas, pero ahora en los países centrales del sistema capitalista que han sido impactados de lleno por la crisis.
Esta posibilidad de grandes luchas está determinada, entre otras razones, porque los mecanismos y medidas que se vienen aplicando hasta ahora para paliar la crisis, son las recetas clásicas de este sistema de explotación y opresión: la destrucción de los capitales y la fuerza de trabajo “sobrantes”. Por eso se ha desatado una verdadera ola mundial de destrucción del empleo.
En todo el planeta, desde EEUU a China, ha comenzado una masacre mundial del empleo. Para restaurar las ganancias “normales” del capital y revertir la crisis, decenas de millones de trabajadores están siendo arrojados al abismo del desempleo y la miseria. Junto a esto, a quienes mantienen sus puestos de trabajo, tratan de imponerles condiciones de explotación aun más precarias y flexibilizadas. Por ejemplo, el caso de la GM, donde su “sindicato” le hace seguidismo a la idea de aplicar una “reestructuración” para salvar a la empresa a costa de sus obreros.
En muchos casos, la reacción de los trabajadores ha sido una mezcla de shock y estupor. Pero también –desmintiendo a los que se apresuraron a “teorizar” sobre el hecho de que “no se ven movilizaciones”– en las últimas semanas algunas importantes luchas comienzan a decir presente. Aquí sólo destacaremos dos de ellas.
• En primer lugar, sobre todo por su valor simbólico, se ha producido el conflicto de los obreros de Chicago de la “Republic Windows & Doors”, la primera ocupación de fábrica en EEUU desde los años 30. Si bien los compañeros de “Republic” sólo salieron a pelear por sueldos caídos e indemnizaciones y no para parar el cierre de la planta, esto ha dejado sentado un precedente y un ejemplo que podría ser seguido por batallones mucho más pesados de la clase obrera estadounidense, que estructuralmente sigue siendo una de las más poderosas del mundo. Esta clase obrera ahora se verá enfrentada a la paralización y “suspensión” de casi 60 plantas automotrices simultáneamente y ni hablar de las consecuencias para el resto de las ramas ligadas a esta industria.
• Asimismo, hay que destacar la inmensa rebelión juvenil, obrera y popular que está en curso en Grecia, un país europeo con grandes tradiciones de lucha. Su rebelión ya está impactando en todo el resto del continente. Y si hay algo en que coinciden la mayoría de los analistas, es que ha sido la refracción de la crisis mundial en la situación nacional de Grecia, lo que está en las raíces del estallido.
Pero no se trata sólo del caso griego. En otros países europeos de enorme importancia, como Francia, Alemania, Italia y España comienzan a abrirse paso luchas y movilizaciones obreras y estudiantiles. De continuarse esto, podría terminar configurando un ascenso de gran magnitud.
Pero también en otros lugares del mundo se van acumulando condiciones objetivas para estallidos sociales: en países inmensos como China y otros del sudeste asiático, y también en regiones del globo con tradiciones de lucha como es el caso latinoamericano, donde aún no se ha clausurado el ciclo de rebeliones populares abierto a los comienzos del siglo XXI.
En síntesis, pensamos que la extensión y profundidad de esta crisis significan un antes y un después para el capitalismo. O, como dicen incluso analistas burgueses, es la “caída del Muro de Berlín” para el capitalismo, que ha generado una crisis de legitimidad del sistema y que podría abrir posibilidades de nuevas revoluciones sociales en el siglo XXI, lo que nos colocaría ante una nueva época o período histórico.
Es que, por un lado, pensamos que los profundos desequilibrios que desata, nos ponen materialmente frente a la perspectiva del comienzo (o “recomienzo”) de un largo período de crisis sociales y políticas, luchas, guerras y revoluciones.
Por el otro lado, este terremoto produce también grandes impactos subjetivos. La legitimidad del capitalismo está quedando profundamente agrietada en la conciencia de las más amplias masas. Aunque todavía está mucho menos clara la alternativa del socialismo, esta crisis abre un espacio inmenso para que las ideas socialistas puedan recuperar el terreno perdido por el desastre en que terminaron de las experiencias burocráticas del siglo pasado.
Responsabilidades de las corrientes socialistas y revolucionarias
En esta situación, las corrientes que nos consideramos del marxismo revolucionario y / o del trotskismo tenemos colocada una importante responsabilidad: dar una respuesta política, programática y práctica a las nuevas circunstancias históricas creadas por la crisis.
El marxismo revolucionario –considerado en sentido amplio– quedó en el siglo XX en una situación “marginal” bajo la doble tenaza del stalinismo y de la estabilización capitalista después de la II Guerra Mundial. La relativa estabilidad de los países centrales (donde se encontraban los núcleos más importantes de la clase obrera y trabajadora) y el desplazamientos de las grandes crisis sociales y políticas a la periferia, acentuaron este fenómeno.
Pero ahora, esta realidad podría llegar a ser revertida. La suma de la caída del estalinismo (ocurrida ya años atrás) y de la dramática crisis económica que se está dando principalmente en los centros mundiales del capitalismo, podrían estar generando nuevas condiciones sociales, políticas e ideológicas: condiciones más favorables para relanzar a escala internacional la lucha por la revolución socialista.
A esta situación el marxismo revolucionario, aunque no tenga influencia de masas, no llega con las manos vacías. Arriba en muchos lugares, principalmente de Europa, América Latina e incluso EEUU, con una importante presencia en los sectores de vanguardia de trabajadores y estudiantes.
Efectivamente, en varias ciudades y países –europeos, latinoamericanos e inclusive de EEUU– la tradición del trotskismo ha hecho “escuela”. Tiene fuertes raíces y una tradición de enorme importancia en amplios sectores de la vanguardia, tanto como pensamiento político como de intervención en luchas obreras, juveniles y sociales. Esta tradición ahora podría hacerse valer, en la perspectiva de dar pasos en la organización de amplios sectores de vanguardia e incluso de masas de trabajadores y la juventud, para dar una respuesta a la crisis.
Esta experiencia de décadas ha dado lugar a la existencia de muchas corrientes que se han ido afirmando internacional y / o regionalmente, así como a una miríada de grupos que se reivindican socialistas revolucionarios y que se ven impactados por el curso mismo de esta crisis. De conjunto, constituyen un capital político, organizativo y humano de magnitud.
Por supuesto, esto no nos hace perder de vista ni por un instante las enormes diferencias políticas, programáticas y de concepción que existen entre las distintas corrientes. Vemos que existen desde corrientes crudamente oportunistas hasta extremadamente sectarias. No hacemos, entonces, un planteo abstracto de “unidad”, que pretenda pasar por encima de las diferencias reales.
Sin embargo, ante la magnitud de la crisis, sería de enorme importancia el tomar una iniciativa de frente único. O sea, buscar un mecanismo que no motive ilusiones en falsas “unidades”, pero que sí nos permita tomar iniciativas en común sobre una base mínima de independencia de clase, obrera y socialista.
Como un primer paso en ese sentido, proponemos ponernos de acuerdo para convocar a una Conferencia Internacional de las corrientes socialistas revolucionarias, para hacer un intercambio de ideas acerca de la crisis, discutir una serie de puntos de un programa obrero y socialista frente a ella y dar respuestas de acción práctica para enfrentarla de manera coordinada internacionalmente.
Ya mismo, en muchos países, desde distintos grupos se siente la sana presión de que “algo hay que hacer frente a la crisis”, de que hay que buscar la manera de apelar a los métodos del frente único, para dar una respuesta común. Ese “algo” debería ser dar una respuesta política de conjunto, a la vez que discutamos y votemos realizar una serie de iniciativas prácticas.
Esta respuesta podría tener dos andariveles. Por un lado, la de dar una respuesta de conjunto a la destrucción de empleo y, sobre todo, a las luchas obreras, juveniles y populares que ya se están abriendo paso en distintas regiones del globo. Por el otro, aprovechar el hecho de la tremenda deslegitimación del capitalismo en curso por la crisis, para reforzar mucho más la actividad de propaganda masiva anticapitalista y socialista.
Hacemos este llamado entonces, privilegiando aquellas corrientes y grupos internacionales con sede en EEUU, Europa, Asia y también Latinoamérica y ponemos a disposición como uno de los materiales para avanzar en esta iniciativa la Declaración que hemos emitido como corriente internacional frente a la crisis el pasado mes de octubre.
Nos despedimos con saludos socialistas y revolucionarios esperando una respuesta favorable para poner en marcha esta iniciativa.
Corriente Socialismo o Barbarie Internacional