lunes, 27 de octubre de 2008

LA CRISIS LLEGO Y VINO PARA QUEDARSE


La crisis llegó a la economía real. Adelantamiento de las vacaciones, suspensiones,despidos y cierres de empresas. Hay que imponer el reparto de las horas detrabajo. Por la reducción de la jornada laboral sin rebaja salarial.
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La bancarrota de Wall Street ya impacta en la economía nacional
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Como un huracán, la bancarrota financiera ha barrido la economía mundial. A pesar de que prácticamente toda la banca internacional ha sido rescatada mediante paquetes de dinero inimaginables, ya se anuncia el próximo pico de la crisis, ahora en la economía “real”. El mundo entero se desliza hacia la recesión más grave de que se tenga memoria en décadas. Este hecho ya ha hecho pegar un salto en los ataques a los trabajadores, mundialmente y en cada país: reducciones salariales, suspensiones y despidos se han puesto a la orden del día en todo el planeta.
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Como si esto fuera poco, hay por delante nuevas jornadas de “pánico” global: muchos analistas están señalando que no habrá que sorprenderse si insignes y centenarias “instituciones” del capitalismo, como la automotriz General Motors –entre otras–, van a la quiebra.
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En latinoamerica, la caída económica de los países del norte tiró brutalmente a la basura meses de “teorizaciones” alrededor del eventuales “desacople” y “blindajes” que podrían tener nuestros países respecto del centro capitalista. La abrupta caída de materias primas como el petróleo o la soja ha puesto las cosas en su lugar.
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Lo propio ocurre en nuestro país: lejos de los cantos de sirena del gobierno de Cristina, la actual escalada de corte de horas extras, suspensiones, vacaciones adelantadas y despidos muestra que la crisis llegó y viene para quedarse.
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Brasil, las commodities y las automotrices
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Las reacciones ante el desplome mundial de las bolsas comenzaron siendo muy “frías”, como si de algo muy “lejano” y “ajeno” se tratara. Es que cuesta entender la conexión entre acontecimientos que parecen ocurrir en las alturas de las finanzas mundiales con nuestra vida cotidiana.
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Sin embargo, pasadas las semanas, la percepción comenzó a mostrar algunos cambios: si todavía cuesta dimensionar la gravedad de una crisis que afecta al centro mismo del capitalismo mundial, la ola de suspensiones y despidos en curso hace que a la crisis ya no se la considere tan distante.
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Durante meses había habido un debate acerca de si la crisis internacional iba a llegar a la Argentina y, en ese caso, por qué vías. Por un lado, se ha dicho que al haber quedado el sistema bancario tan reducido luego del default del 2001, la crisis internacional no podría venir por el lado financiero. Además, como el país estaba fuera de los mercados de crédito internacionales, la crisis “no nos afectaría”.
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Respecto del sistema financiero, la cosa no está tan clara: el gobierno tiene necesidad de cubrir con ingresos de alguna parte las obligaciones externas de 2009 (puede que lo haga ahora con los ingresos jubilatorios). Además, se ha desatado una durísima puja alrededor de la estatización de las AFJP, que está afectando la Bolsa y otros índices financieros.
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En todo caso, independientemente de lo que vaya a ocurrir en el terreno de las finanzas, la crisis ya llegó a la economía real. Y las vías son tres: la relación con Brasil, las commodities y las automotrices.
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En cuanto a Brasil, venía con una moneda muy sobrevaluada, en la medida en que su funcionamiento económico se había organizado alrededor de un masivo ingreso de dólares del exterior. Aquí no es el lugar para explicar técnicamente el tema. Someramente, digamos que ya no le llegan divisas sino que, por el contrario, se van del país. De ahí la devaluación del real. Por otro lado, la anterior abundancia de divisas servía, entre otras cosas, para financiar un boom de ventas automotrices que alcanzaba las 2.000.000 de unidades anuales (lo que a su vez “arrastraba” a la industria automotriz argentina). Ese boom se terminó, y la realidad es que la economía más grande del Mercosur atraviesa una grave crisis, que no puede menos que afectar a la Argentina en múltiples aspectos.
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En segundo lugar, es sabido que sobre todo un componente de las exportaciones argentinas, las de origen agropecuario, es el que viene garantizando el superávit comercial. Tan alto estaba el precio de las commodities que a lo largo de cuatro meses el país vivió una durísima puja entre sectores patronales (gobierno vs. ruralistas) alrededor de la apropiación de una renta agraria extraordinaria, inmensa montaña de dinero que ahora se esfumó.
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El cambio que ha supuesto la crisis mundial es de tal magnitud que no sólo prácticamente ha pulverizado esta renta extraordinaria (el precio de la soja paso, en pocas semanas, de 600 dólares la tonelada a sólo 300) que dio lugar a aquellos fragores, sino que está en riesgo el conjunto del superávit comercial.
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En tercer lugar aparece el problema de la industria automotriz (y otras menores como la textil, el plástico, la carne, etc.), la rama industrial más importante de nuestra economía. Junto con la ventaja de un régimen especial, está estrechamente integrada a su par brasileña; de ella dependen parte de la industria siderúrgica, las autopartistas, la rama del neumático, etc. No casualmente ya se han anunciado suspensiones y, eventualmente, despidos masivos en plantas de Córdoba, Rosario y el Gran Buenos Aires: Iveco, FATE, Renault...
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Que paguen los trabajadores, pero que no se note
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La crisis ha llegado, pero la política del gobierno es que se note lo menos posible. En los últimos días, todos los medios han dado cuenta de las reuniones del gobierno con empresarios y dirigentes de la CGT. Lo que está en discusión es muy sencillo: buscan llegar a un acuerdo tácito (no escrito) por medio del cual se imponga el congelamiento salarial, supuestamente a cambio de que las patronales “no despidan trabajadores”.
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Por si acaso, Moyano se apresuró a enterrar el reclamo de alguna suma que compensara la inflación del año. Menos que menos se esta hablando de lo que correspondería: la reapertura de las paritarias frente a la crisis.
Lo irónico del caso es que, abiertamente, desde la UIA y demás sectores patronales ya salieron a decir que el compromiso de despedir “no se puede garantizar”. A lo sumo, están en marcha una serie de mecanismos para “ganar tiempo”, como las suspensiones o las vacaciones anticipadas. Pero hay una fecha “tope” en la mira de todas las patronales: los meses del verano. Si para ese momento la situación económica mundial y nacional no mejora, sí o sí (lo dicen sin ningún miramiento), va a haber despidos en masa. Al mismo tiempo, la UIA viene reclamando una sustancial devaluación del peso, medida que sólo hundiría más los salarios de los trabajadores.
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Pero, con la abierta complicidad de la CGT, el gobierno ha seguido adelante con su política de “pacto social de hecho”, cuya primera medida sería el ya señalado congelamiento salarial… ¡por dos o tres años!
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Un verdadero escándalo: la crisis la generaron los dueños del sistema que gobierno, empresarios y dirigentes sindicales defienden: el capitalismo mundial. Pero la cuenta la debemos pagar, con nuestra sangre, sudor y lágrimas, los trabajadores. Es tan brutal que por eso se busca que el acuerdo sea tácito, no a cara descubierta.
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El primer reflejo condicionado es congelar los magros salarios. El segundo es dar lugar a despidos (a no equivocarse), pero sin que se note tanto. De ahí que el gobierno haya parado los despidos groseros y al bulto, como en la empresa Easy. Sin embargo, ya están ocurriendo despidos masivos de compañeros contratados y de agencia, verdaderos “parias” de la clase trabajadora, porque por ellos los sindicatos “oficiales” no reclaman.
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En suma, y como siempre, el gobierno hace la del tero: cacarea para un lado y pone los huevos en el otro. Mientras se llena la boca con la “protección del empleo”, alienta el congelamiento salarial y la ola de despidos “encubiertos” de los no efectivos.
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No se llega igual que al 2001
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En el marco de la ofensiva patronal en curso, lo primero a subrayar es que esta crisis económica no encuentra la clase obrera igual que cuando 2001. En aquel momento, el desempleo y subempleo alcanzaban casi el 40% de la población económicamente activa: unos 5.000.000 de trabajadores.
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Hoy la realidad es distinta: una nueva generación obrera entró a trabajar, y el desempleo bajó sensiblemente. Esto quiere decir que la actual crisis encuentra a una porción muy significativa de la clase trabajadora en sus lugares de trabajo, lo que crea la posibilidad de que vaya emergiendo una dura resistencia, pasado este primer momento de cierto desconcierto.
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No por esto se nos escapa que hay dramáticos problemas que ya mismo se ponen en evidencia. Por ejemplo, la herencia de fragmentación entre las filas de los trabajadores (dictadura y menemismo mediante), a la que los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner se han encargado de dar continuidad. Es un logro estratégico de la clase capitalista argentina, que no pudo ser revertido en los últimos años de luchas, más allá de las conquistas parciales que se obtuvieron.
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Nos estamos refiriendo a la “informalidad”, el trabajo en negro y por agencia, que ronda el 40% de la población ocupada. Es por allí que comenzó el ataque patronal; basta ver los casos de Peugeot y Citroen en Caseros, General Motors en Rosario, varios frigoríficos, empresas textiles o Pirelli en Merlo, entre otros lugares.
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Para el gobierno, las patronales y la burocracia, que queden en la calle los compañeros que no están “efectivos” es considerado algo “normal”. Porque ésta es una de las válvulas de seguridad que tiene el sistema para proteger las ganancias empresarias: reducir los planteles empezando por los más desguarnecidos, mecanismo que ya ha sido puesto a funcionar a pleno.
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La experiencia histórica marca que habitualmente le ha sido muy difícil a los trabajadores enfrentar una ofensiva de despidos en un contexto recesivo. En general, la clase obrera pelea en mejores condiciones con el ciclo económico en ascenso, no en descenso.
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Sin embargo, no es ocioso repetir que el actual ataque encuentra a la clase trabajadora más recuperada desde el punto de vista “estructural”. Tampoco viene de una derrota catastrófica al estilo de los 90. No es casual la preocupación del gobierno: todavía están frescas en la memoria de muchos sectores las experiencias recorridas en los últimos años, que hay que recuperar para enfrentar la actual crisis.
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¿Por dónde empezar?
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Por supuesto, no por donde lo hizo la CGT, que se bajó miserablemente del reclamo de reapertura de paritarias y aumentos o compensaciones salariales. Aunque la tendencia al crecimiento de la inflación haya comenzado a reducirse por la desaceleración económica, en el año en curso ya estaban acumulados aumentos de precios que sobrepasaron largamente a los acuerdos salariales. ¡La CGT y la CTA le regalan parte de nuestro salario a las patronales, a cambio de promesas de “preservar el empleo” que ya han adelantado que no cumplirán! Opinamos lo contrario: deberían reabrirse inmediatamente las paritarias, por lo pronto, para incluir cláusulas que impidan que seamos los trabajadores los que paguemos la cuenta de la crisis.
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En primer lugar, se deberían prohibir los despidos, incluyendo cláusulas de reducción de la jornada laboral con igual salario en todas las ramas de la economía. Esta experiencia fue recorrida exitosamente, por ejemplo, por los compañeros del subterráneo de Buenos Aires, y podría ser reproducida entre los trabajadores de todo el país: trabajando todos menos por igual salario, no tendría que quedar ningún compañero en la calle si es que a la patronal se le ocurre reducir algún turno en la producción.
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Ahora reapareció el llamado “procedimiento de crisis”, al que acuden las patronales para que el Ministerio de Trabajo (a su servicio) sancione la posibilidad de suspender por chirolas y despedir por mucho menos de lo que marca la ley. Si una empresa pide procedimiento de crisis, los trabajadores deberíamos exigirle entonces que acabe con el secreto empresarial: ¡que se abran inmediatamente los libros contables para que los trabajadores podamos saber, a ciencia cierta, cuál es la verdadera situación empresaria!
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Cabe recordar, además, otra experiencia: en 2001, en muchas empresas quebradas, las patronales abandonaron el “barco”. ¿Qué pasó entonces? Fueron sus trabajadores los que las pusieron a producir, como ha venido siendo el caso de la cerámica Zanon.
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Y falta considerar algo muy importante: en los países centrales del capitalismo mundial se estatizó prácticamente todo el sistema bancario. Aquí en la Argentina debería hacerse lo propio, pero bajo control obrero y sin indemnización alguna a las patronales, con toda empresa que pretenda suspender o despedir masivamente compañeros.
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Ahora el gobierno anunció la “estatización” de las jubilaciones: pues bien, ¡entonces que se haga cargo el Estado (sin indemnización alguna) de toda empresa que vaya a la quiebra, como ha sido el reciente caso del Hospital Francés!
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En tanto, para los compañeros desocupados, queda la alternativa de organizarse como parte de un movimiento de desocupados independiente del gobierno y del Estado, pero no para reclamar planes de miseria que eternizan la pobreza y condenan a la semimarginalidad, sino para imponerle al Estado trabajo genuino por la vía de verdaderas obras públicas.
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El capitalismo muestra su verdadera cara
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Junto con comenzar a organizar la resistencia, hay una tarea de enorme importancia en la actual coyuntura. Sería un gravísimo error dejar pasar la oportunidad de ayudar a extraer enseñanzas de esta crisis brutal. No todos los días insignes instituciones del sistema capitalista se vienen abajo cual castillos de naipes, como lo muestra el rescate estatal de la quiebra a los mayores bancos del mundo.
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Ante todo lo que está ocurriendo, debe quedar claro que lo que vemos son las contradicciones mortales de un sistema que gobiernos, empresarios y burocracias habían presentado como “eterno” e “incuestionable”. Ya no es así: la crisis que azota el corazón del capitalismo demuestra a mazazo limpio que no es ni el único ni el mejor de los mundos posibles.
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Por esto, su deslegitimación ante los ojos de la población mundial debe ser subrayada y utilizada también a la hora de las luchas cotidianas. Si esto no se denuncia, caeríamos en el sindicalismo más bajo. La crítica radical al sistema capitalista debe pasar a ser un elemento de propaganda política a ser incorporado, a partir de ahora, en la actividad política cotidiana de toda corriente de la izquierda revolucionaria, como manera de pelear también por un avance en la conciencia de la clase trabajadora.
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jueves, 23 de octubre de 2008

KRISTINA DESPIDE TRABAJADORES

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Paro de ATE Capital y concentración en el Htal. Francés contra los despidos de OKAÑA
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Comunicado de Prensa de los Trabajadores del Hospital Francés.
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Paro Activo General de ATE Capital de 24 Hs con concentración en el Hospital Francés.
Por la reincorporación de los 60 Trabajadores despedidos. Miércoles 22/10 13hs.
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Mientras Cristina les pide a los empresarios que no despidan, despiden delegados y trabajadores en Hospital Francés.
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Denunciamos que hoy el hospital se encuentra en una situación de “estado de sitio”, con sus puertas cerradas con cadenas, con personal policial de civil filmando permanentemente y siguiendo los movimientos de los trabajadores despedidos en los tristemente celebres Ford Falcón con vidrios polarizados. Al mismo tiempo que se impide la entrada a los trabajadores con la seguridad y personal policial uniformado. Esto no logra intimidar a los compañeros que estamos afuera, quienes mantenemos la convicción de recuperar nuestra fuente de trabajo.
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Tampoco el cerco policial sumado a los aprietes de la Gerencia de personal del PAMI logra quebrar la voluntad de los compañeros que desde adentro apoyan la lucha por la reincorporación de los despedidos. En el plenario de ATE capital se resolvió por unanimidad paro activo general con concentración en El Hospital Francés, unificando las luchas que el gremio está llevando adelante, como por ejemplo el reclamo docente quienes en día de ayer fueron violentamente reprimidos por la Policía Federal.
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Comisión Interna y trabajadoras/es del Hospital Francés
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• Basta de persecución gremial y judicial en El Hospital Francés
• No a los traslados compulsivos y despidos
• Todos adentro en El Hospital Francés
• Juicio y castigo a los vaciadores
• Desprocesamiento de los trabajadores
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Contactos:
David Garuti delegado general 15 5939 8647
Víctor Garay Delegado 15 3598 5859
Luis Santucho Delegado 156058 2604
José Coceres Delegado 1560569682
Norma Rivero Delegada 1567699018
Julia Barrionuevo Delegada 1544013306
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domingo, 19 de octubre de 2008

LA "CAIDA DEL MURO DE BERLIN" DEL CAPITALISMO

El crack financiero global abre una nueva situación mundial
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La crisis financiera y económica detonada en el centro del capitalismo mundial es un acontecimiento de importancia y consecuencias inconmensurables, que ha abierto una nueva situación internacional. Después de los primeros temblores registrados hace más de un año, la crisis ha dado un salto cualitativo. Se ha producido el crash de Wall Street, el centro financiero del mundo, y el incendio llegó también simultáneamente a todos los mercados financieros de Europa, Japón, China y el resto del planeta.

Los “bomberos” de los gobiernos de esos países y sus bancos centrales ya han rociado el incendio con billones y billones de dólares, euros, libras y yenes, pero el fuego no se apaga. Se arman “rescates” colosales a costos incalculables, pero ninguno han impedido que entidades financieras inmensas –que hasta hace pocas semanas eran presentadas al mundo como ejemplos de buen capitalismo, eficiencia y libre empresa– se desplomen como castillos de naipes. Los que aparecían como altares del capitalismo mundial en su etapa neoliberal –los cinco bancos de inversión de Wall Street– han desaparecido de la faz de la tierra, devorados por la crisis, en cuestión de semanas.

Los más acérrimos neoliberales, los gobiernos de EEUU y la Unión Europea que todo lo privatizaban, ahora han salido al ruedo a nacionalizar decenas y decenas de bancos, entidades hipotecarias o papeles financieros. Los banqueros, financistas, empresarios y el propio FMI, que durante décadas protestaron contra la intervención del estado en la economía, ahora lloran implorando que el estado intervenga para salvarlos. Por supuesto, a costa de montañas de dinero que saldrán de los impuestos que paga el resto de la población, de recortar violentamente los gastos sociales, del desempleo masivo, de pensiones de retiro reducidas a la nada y de salarios de hambre para los que aún tengan la suerte de seguir siendo superexplotados en un empleo...

Es la hora de la reducción al absurdo del capitalismo en su versión neoliberal. De la privatización de las ganancias, pretenden pasar ahora a la “socialización” de las pérdidas. ¡Pero está por verse si las masas trabajadoras de EEUU y del resto de mundo van a aceptar tranquilamente sacrificarse para salvar a los tiburones de Wall Street!

Porque este inmenso cataclismo financiero y económico, que además ocurre en el centro del mundo, marca un antes y un después. Tienen razón los que han señalado que se trata del “Muro de Berlín del capitalismo” en su versión neoliberal, “modelo” que se impuso mundialmente desde la “revolución conservadora” de Reagan y Margaret Thatcher. Luego de un terremoto como éste en el centro económico y geopolítico del mundo, las cosas no pueden seguir igual.

Esta “caída del Muro del Berlín del neoliberalismo” ya ha abierto una nueva situación mundial: ha hecho saltar por los aires los dos pilares de la estabilización mundial de las últimas décadas. Por un lado, la propia forma de organización del capitalismo mundial anudada alrededor de una libertad irrestricta para que el mercado haga valer su ley de explotación, tomando al mundo como campo de valorización del capital prácticamente sin freno alguno; por el otro, la ambición de una hegemonía mundial “imperial” que se pretendía incuestionable por parte del (hasta ahora) jefe de los imperialismos, el imperialismo norteamericano.

El fin de estas bases de la estabilización post 1989 ha abierto un panorama o situación mundial profundamente distinto, que estará marcado por más contradicciones, polarización social y política, más disputas entre economías y Estados, divisiones entre los de arriba y, sobre todo, más luchas entre las clases. Una situación mundial donde es muy probable que presenciemos el retorno a los rasgos más clásicos del capitalismo, marcado por tremendas crisis, guerras y revoluciones.

Una combinación de diversas crisis, con la economía en el centro

La crisis que hoy ocupa el centro de la escena, la situación financiera y económica, no es sin embargo el único nudo de ésta a escala mundial. Hoy, a distintos niveles y dimensiones, se entrecruzan diversos conflictos y situaciones críticas que configuran un contexto mundial muy distinto –para tomar un punto de referencia clave– del que aparecía en 1989-91, con el derrumbe de la ex URSS y la restauración del capitalismo en todos los países “socialistas” de Europa y Asia.

¡Parece increíble que estamos a tan poco tiempo ­–en perspectiva histórica– de ese momento en que se llegó a hablar del “fin de la historia”, de la clase obrera, de la lucha de clases y de la perspectiva misma del socialismo! Una sociedad mundial inmovilizada por los siglos de los siglos en el capitalismo neoliberal globalizado, que abarcaba (y unificaba) todo el planeta; un sistema de estados “unipolar”, regido por el superimperialismo de EEUU, que dictaba las normas del orden mundial; una extensión universal de la “democracia” de los ricos, un “pensamiento único” para todos los seres humanos, y así hasta el infinito…

Es importante, entonces, pasar en limpio estos nuevos elementos y factores críticos que no se presentaban en 1989-91, y que son parte de un panorama mundial tan diferente, marcado ahora no por la “caída del comunismo”… sino por lo que amenaza ser la más grave crisis de la economía capitalista en casi un siglo.

Una crisis financiera y económica mundial comparable a la de 1929

No sólo desde la izquierda y el marxismo, sino también desde la derecha, ya se caracteriza a la actual crisis como la más grave desde la de 1929. Como dijo Alan Greenspan –uno de los “padres de la criatura”–, “éste es un hecho que sucede probablemente una vez cada siglo... esto está sobrepasando cualquier cosa que yo haya visto... no lo puedo creer”. Efectivamente, para establecer comparaciones de la presente crisis, hay que referirse a la de 1929 o la Gran Depresión de 1873.

El mecanismo esencial es común con la crisis del 1929: la plétora de capital ficticio hace estallar todo, en la medida en que la caída de la tasa de ganancia no da ya para remunerar a estos capitales dedicados a la especulación financiera. Aunque con otros tipos de “instrumentos financieros”, la orgía de especulación que precedió al derrumbe, también es parecida con la de 1929.

Pero, el derrumbe no sólo afecta a los capitales ficticios sino al capital en su totalidad, que no es otra cosa que acumulación de trabajo humano, que ahora es destruido en enormes proporciones. Las consecuencias golpean sobre el conjunto del ciclo de reproducción del capital. Es decir, no sólo sobre el ciclo del capital-dinero, sino también del capital productivo. Esto nos lleva a la gravedad de las consecuencias que tendrá la crisis financiera en la llamada “economía real”; es decir, en la esfera de la producción.

Los resultados ya se sienten en todas partes, aunque con desigualdades según los países. Hoy es imposible de responder con certeza es hasta dónde llegará esto. Pero el hecho innegable de la extensión mundial de la crisis financiera, con la inmensa destrucción de capital-dinero que esto conlleva, agiganta las posibilidades no sólo de una recesión a escala mundial, sino incluso de una depresión al estilo de los años 30, que podría tener incalculables consecuencias.

A esta altura, el escenario “optimista” es el de una recesión más o menos severa, que afecte en primer lugar a EEUU, Europa y los países de la periferia más dependientes del ciclo estadounidense, así como también de sus enredos financieros.

Sin embargo, no pueden excluirse situaciones mucho más dramáticas –y más parecidas a la situación posterior al crash de 1929– si llegara a producirse un colapso sistémico de las finanzas estadounidenses y mundiales (un peligro que ya viene siendo advertido por varios analistas). Tal colapso dejaría sin financiamiento a los intercambios que se producen en la economía real y podría, entonces, abrirse un escenario cualitativamente distinto: el de una depresión mundial.

En todo caso, hay que prever que de una crisis de estas dimensiones no se sale fácilmente. Los “planes de rescate” –al estilo del que está implementando Bush– son una piedra al cuello de los trabajadores y el pueblo, pero eso no significa automáticamente que sean el mágico salvavidas mediante el cual el capitalismo saldrá rápidamente a flote y después todo seguirá como antes.

Más bien, por el contrario, la continuidad de la crisis marca hasta el momento el fracaso de las recetas que se están aplicando desde los gobiernos de los países capitalistas centrales.

Esto es así porque ante el quebranto multimillonario de “papeles tóxicos” (cuya valuación –aunque nadie tiene datos fidedignos– rondaría los 228 billones de dólares, varias veces el PBI mundial) un paquete de “rescate” de “sólo” 700.000 millones de dólares aparece como completamente insuficiente por decir lo menos.

Ahora lo afectado es el núcleo del capitalismo mundial

Este es un aspecto de inmensa importancia de esta crisis. Por diversos motivos, después de la Segunda Guerra Mundial, las grandes crisis capitalistas habían cambiado de epicentro. En 1929, se ubicó en los dos países capitalistas más avanzados del planeta: EEUU y Alemania. En cambio, en toda la segunda posguerra, el epicentro de las grandes crisis, de los crash financieros y económicos, se alejó de los países centrales para trasladarse a la periferia, a las tierras de los salvajes del “Tercer Mundo” y de los no menos bárbaros “comunistas”. En efecto, la crisis que acabó con la ex URSS, los defaults financieros y de la deuda que se sucedieron desde 1982 en América Latina, la crisis del sudeste asiático de 1997, la de Rusia en 1998, la de Turquía (2000–01), el derrumbe de Argentina en 2001… todo pasaba convenientemente alejado de Wall Street.

Desde allí no sólo se daban lecciones y sermones a los “bárbaros” sobre cómo evitar las crisis, sino que también aprovechaban la oportunidad para hacer jugosas ganancias.

El cambio de epicentro que presenta la actual crisis no sólo tiene un profundo significado. Lo más importante serán sus dramáticas consecuencias. Que se derrumben Tailandia o Corea, Turquía o Argentina puede generar algunos problemas. Pero semejante crisis en el centro económico–financiero y geopolítico del mundo es otra cosa cualitativamente distinta.

Esto tiene que ver con el papel económico-financiero ya insostenible que viene jugando EEUU desde la Segunda Guerra Mundial.

Está en cuestión el rol de EEUU como centro financiero y económico

EEUU emergió de la Segunda Guerra Mundial como el centro económico, financiero y político del planeta. Pero esto ya venía en decadencia, y ahora la crisis pone en tela de juicio la estructura “yanquicéntrica” de las finanzas y la economía mundial.

Cuando EEUU ocupó ese lugar, no sólo había sido (junto con la URSS) el gran vencedor de la guerra, sino que era también indiscutiblemente la superpotencia económica, con el 50% del PBI mundial, los mayores avances científicos, tecnológicos y de productividad en sus manos, las reservas de oro del planeta en sus arcas y, además, el gran acreedor del resto del mundo. Todo eso había, además, convertido al dólar en la moneda mundial, incluso antes de que se legalizara eso en los acuerdos de Bretton Woods.

Hoy la situación es muy diferente. No sólo EEUU ya no ocupa esa posición a nivel productivo, sino que se ha convertido en el gran deudor del planeta. Un deudor, además, insolvente, mientras mantenga el escandaloso déficit de cuenta corriente que arrastra desde hace largo tiempo, que hace juego con la astronómica deuda pública, tanto del gobierno federal como de los estados y municipios. El nivel de consumo de EEUU –que lo había convertido en el “consumidor de última instancia” a nivel mundial– sólo se viene sosteniendo con más y más endeudamiento público, empresario y familiar. Lo de las hipotecas es apenas un rubro de este endeudamiento universal (e insolvente).

Estos problemas estructurales han encendido luces rojas desde hace tiempo. Pero no se hizo nada para solucionarlos, entre otros motivos porque la “solución”, en términos capitalistas, implica un ajuste brutal, lo que podría desencadenar reacciones políticas y sociales imprevisibles.

Ahora la crisis pone al rojo vivo el cuestionamiento del papel central que ocupa EEUU en las finanzas mundiales. Antes, frente a las diversas crisis que asolaban la periferia, desde Washington y Wall Street se exigían perentoriamente sacrificios y “ajustes” a los países en desgracia. Ahora le toca a EEUU ser “ajustado”. Desde Europa, se le exige que “asuma sus responsabilidades”.

Crisis del dólar como moneda de reserva y del comercio mundial

Esta situación crítica, tanto coyuntural como estructural de EEUU, tiene una implicación particular y muy importante en la situación del dólar como moneda de reserva y comercio mundial. En relación con esto, ya se venían presentando dos contradicciones graves que ahora pueden estallar:

a) En las últimas décadas, de la mano del neoliberalismo, se acentuó cualitativamente un rasgo esencial del capitalismo desde sus orígenes: su carácter mundial. Las operaciones productivas, comerciales y financieras del capitalismo se internacionalizaron a gran escala. Es la mal llamada “globalización”. Pero este cambio desnuda la contradicción de un capitalismo globalizado cuya moneda de reserva, comercio y finanzas –el dólar– no es “global”, sino que la emite un estado nacional.

b) Esta contradicción se pone hoy al rojo vivo porque el estado que emite la moneda mundial es el mayor deudor del planeta. Y, peor aún, es un deudor insolvente.

Si este deudor insolvente no ha sido aún “declarado en quiebra” es porque sus acreedores temen, con razón, que su bancarrota los arrastre también a ellos al abismo. Pero la crisis ahora va a tensar más esta contradicción.

Por otra parte, el problema de la moneda del comercio mundial siempre se ha resuelto en la historia no por deliberaciones pacíficas sino por cambios en las relaciones de fuerza entre las potencias mundiales. El dólar asumió la corona porque EEUU ganó la Segunda Guerra Mundial. La libra esterlina (que hasta 1914 tenía además respaldo oro) perdió la primacía cuando Gran Bretaña salió maltrecha de ambas contiendas.

Que el dólar se mantenga en pie como moneda de reserva y del comercio está estrechamente ligado a que el resto del mundo le siga prestando dinero a EEUU y sosteniendo así los déficits de cuenta corriente y fiscal. Si los montos inauditos de los “rescates” se fuesen agrandando más y más, el Tesoro de EEUU y el banco central (la Reserva Federal) pueden ver comprometida su situación al punto que el dólar vaya siendo, preventivamente, dejado de lado como moneda de reserva y comercio internacional. Si se llegase a esa situación (en la que aún no estamos), pocos van a querer seguir prestando a EEUU para que pueda sostener sus déficits.

Los problemas del dólar están relacionados también con el problema más amplio de cómo se va a sostener el actual grado de “globalización” de la economía y las finanzas.

La “globalización” y las acciones defensivas de estados y regiones en tiempos de crisis

El capitalismo, desde sus inicios, constituyó un mercado mundial, una “economía-mundo”. La tan mentada globalización no fue otra cosa que dar un salto en esa tendencia secular del capitalismo. Hubo avances notables en ese sentido a varios niveles: de la producción, del comercio, de las finanzas, del entrelazamiento de inversiones mutuas entre los distintos países centrales, etc.

Sin embargo, esta realidad de ninguna manera resolvió una tremenda contradicción histórica propia del capitalismo: la subsistencia de los Estados y fronteras nacionales, ni, por ende, el hecho de que, finalmente, y a pesar de todo, las corporaciones económicas multinacionales no dejan de tener “patria”. Un supuesto “Imperio” sin fronteras donde se habría acabado con todo esto que sólo podía estar en la cabeza de superficiales intelectuales “posmarxistas” y/o posmodernos a la moda.

Pero, desmintiendo lo anterior, las grandes crisis, como la de 1929, ya implicaron –en su momento– saltos hacia atrás en los procesos de “globalización”. Para defender sus respectivos intereses, las burguesías de EEUU y Europa alzaron barreras proteccionistas que potenciaron un dislocamiento del mercado mundial que ya de por sí el crash de Wall Street había desatado. Junto con la restricción crediticia, esto fue fundamental para generar un escenario de depresión mundial en los años 30.

No decimos que ahora vaya a suceder exactamente lo mismo. Tanto la producción como los capitales a nivel mundial están hoy cualitativamente más entrelazados y en cierta medida “fusionados”. Sin embargo, repetimos que eso no ha terminado con las rivalidades, las diferencias de intereses y la competencia feroz entre las corporaciones de los distintos países imperialistas, así como sus estados y agrupamientos regionales. Y, como siempre, la crisis exacerba todo eso.

Contra la tendencia a la globalización que había sido predominante hasta la reciente crisis de la OMC (Organización Mundial de Comercio), ahora seguramente va a operar una tendencia en sentido contrario, la del “sálvese quien pueda”. Es decir, si la crisis arrecia, atrincherarse a nivel de estados y/o bloques regionales.
Por lo pronto, EEUU y Europa no han logrado acordar un plan unánime para encarar la crisis. Por el contrario, se están manifestando profundas diferencias. Desde Europa se exige a EEUU que “asuma sus responsabilidades”; es decir, que proceda a un ajuste feroz. Asimismo, protestan contra la eventual (y casi inevitable a futuro) devaluación del dólar, que no sólo es una estafa a los acreedores de EEUU, sino también una maniobra “desleal” para hacer perder competitividad a la UE en el mercado mundial.

Por si esto fuera poco, ni siquiera a nivel de la misma UE han podido acordar otra cosa que un genérico “apoyo” a la respuesta nacional que cada país miembro pueda dar a “sus” problemas…

Crisis del sistema mundial de estados

La zozobra actual llega para profundizar aún más la crisis del sistema mundial de estados; es decir, del orden político mundial. Los fracasos de EEUU en sus aventuras militares en Afganistán e Iraq han sido un factor fundamental (aunque no el único) para que se desvaneciese el delirio neoconservador del “Nuevo Siglo Americano” que trató de llevar adelante la administración Bush.

La caída de la ex URSS y el fin de la “guerra fría” produjeron un espejismo. EEUU, la gran potencia del capitalismo (pero que venía en verdad en un curso de declive), pareció recobrar una absoluta primacía mundial, mayor aún que la de 1945, porque ya no existía el rival del Kremlin.

En verdad, EEUU estaba muy lejos de eso. La estrategia de los neoconservadores para afirmar a EEUU como la superpotencia que iba a ejercer una hegemonía absoluta en el siglo XXI, estableciendo un imperio colonial-petrolero en Medio Oriente y Asia central, fue un fracaso que nadie sabe cómo resolver sin que signifique una retirada vergonzosa. Peor aún, EEUU está ante la perspectiva de empantanarse en una tercera guerra, interviniendo también en Pakistán.

La ilusión de un sistema unipolar, con capital en Washington, ha sido reemplazada por la realidad de un mundo multipolar, donde numerosos estados ya no obedecen órdenes y actúan por cuenta propia. Y, lo que es más, muchas veces lo hacen, en mayor o menor medida, contra los intereses de EEUU.

EEUU enfrenta en todos lados “desobediencias” que hubieran sido inconcebibles pocos años atrás. ¡Que a menos de 20 años del derrumbe de la ex URSS, una flota rusa llegue al Caribe –al que EEUU considera como su mar interior– para hacer maniobras militares con Venezuela, es uno de los tantos síntomas de la presente situación geopolítica!
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lunes, 13 de octubre de 2008

SE REABRE LA LUCHA POR EL SOCIALISMO

Hacia un mundo más polarizado, con menos “mediaciones” y con luchas, guerras y revoluciones

“Si la crisis es controlada efectivamente, y creo que así será, entonces no creo que signifique que vayamos a apartarnos de un sistema de mercado. Si la crisis no llegara a ser controlada, en este caso tendría consecuencias más profundas, con otras visiones, y un escenario que yo creo que puede ser trágico.” (Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro –equivalente a ministro de Economía– de Bill Clinton y actual asesor de Barack Obama)

La tremenda crisis que está viviendo la economía capitalista abrirá, más temprano que tarde, la posibilidad de luchar por la perspectiva auténtica del socialismo: la revolución social que lleve al poder a la clase obrera con sus propios organismos de autodeterminación.

La confesa incertidumbre de Summers, un verdadero prócer del orden capitalista, y su alarma ante la posibilidad de que se desarrollen “otras visiones” alternativas, son representativas del inusitado alcance y profundidad de la crisis desatada, así como de sus potencialmente “trágicas” consecuencias.

Recordemos que, en su momento, la caída del Muro de Berlín marcó no sólo la extensión del capitalismo a casi todo el planeta, sino también un enorme triunfo ideológico y de legitimidad, tanto del sistema capitalista en general como especialmente del neoliberalismo, en tanto modo particular de configurar el capitalismo.

El neoliberalismo significó, en primer lugar, arrasar con las conquistas obreras logradas en períodos anteriores de la lucha de clases, especialmente las concesiones del “estado de bienestar social” (welfare state) de posguerra. La nueva era neoliberal vino no sólo de la mano de la restauración del capitalismo en la ex URSS, el Este y China, sino también de una suma formidable de derrotas obreras, país por país, especialmente en los años 80. La globalización neoliberal completó esto al poner de hecho a competir directamente en el mercado mundial a la mano de obra, nivelando para abajo a los trabajadores conforme a los peores grados de explotación.

Junto a eso, el neoliberalismo modificó las relaciones del capital con el propio estado capitalista, especialmente en el sector financiero, dando “piedra libre” a actividades y operaciones antes más controladas y reguladas estatalmente. Asimismo, con las privatizaciones y la mercantilización de todo tipo de actividades, se ampliaron cualitativamente las áreas manejadas directamente por el capital privado.

El reverso del “fracaso del socialismo” de 1989-91 significó la legitimación del neoliberalismo como algo indiscutible e imposible de cuestionar. Pero ahora es el neoliberalismo el que aparece fracasando no menos rotundamente. Y no se trata sólo de la caída de las cotizaciones en las bolsas. ¡Al mismo tiempo, millones de seres humanos se hunden en la miseria y el hambre, en la peor crisis alimentaria en décadas!

Esta bancarrota es también un impacto tremendo en la conciencia de millones y millones de trabajadores en todo el mundo. Pero es un impacto en sentido totalmente opuesto al de la “caída del socialismo” de 1989-91.
Aunque no se trataba de estados realmente “socialistas”, el derrumbe de la ex Unión Soviética, al tener como consecuencia inmediata la restauración capitalista, fue un duro golpe en nuestro propio terreno. Ahora, este terremoto económico-financiero es también un duro golpe… pero en el terreno de ellos.

Por lo tanto, es absolutamente claro que la crisis y deslegitimación del neoliberalismo crean mejores condiciones para el desarrollo y recuperación de la conciencia anticapitalista y socialista que llegó a tener la clase trabajadora, y que fue perdiendo en las derrotas y frustraciones de las revoluciones del siglo XX.

Esto seguramente va a ser producto de procesos complejos de la lucha de clases, en los que intervendrán muchos factores, y en donde los resultados de los futuros combates tendrán una gran importancia, junto con la acción de los partidos o corrientes socialistas revolucionarias.

En este sentido, será esencial mantener firmemente posiciones independientes, clasistas y auténticamente socialistas, frente a engaños como el progresismo “antineoliberal” (que promete un capitalismo “con rostro humano”) o el “socialismo del siglo XXI”... que se construiría junto con los empresarios.

Desde el comienzo del siglo, estos discursos están en boga –por ejemplo– en varios de los actuales gobiernos latinoamericanos: desde el propio Lula hasta Hugo Chávez, pasando por Cristina Kirchner, Correa y Evo Morales; ahora podrían generalizarse hacia otras regiones del globo.

En resumen: la crisis y deslegitimación del neoliberalismo empujan ahora en el sentido de la recuperación de la conciencia anticapitalista y socialista, de la misma manera que antes las canalladas de las burocracias que culminaron con la restauración capitalista en la URSS, el Este y China, empujaban en sentido opuesto.

Ahora se está abriendo la posibilidad de que la conciencia de millones y millones comience a caminar en el sentido del cuestionamiento al capitalismo y de un relanzamiento de las ideas y la lucha por el socialismo.

Se agudizarán las contradicciones de clase, sociales y entre estados

Cómo decíamos, con la caída del Muro de Berlín el capitalismo parecía cerrar el círculo del cuestionamiento a su dominación, comenzado con la Revolución Rusa de 1917. El capitalismo parecía terminar el siglo XX afirmando más que nunca su dominación a escala mundial, revirtiendo las concesiones a la clase obrera mundial que había otorgado como “tributo” indirecto por miedo a más revoluciones. Asimismo, hacía retroceder el proceso de autodeterminación nacional desarrollado en la segunda posguerra con la independencia de las colonias, y sobre todo lograba la vuelta al dominio directo de la explotación capitalista en el tercio del mundo donde se habían producido revoluciones que habían expropiado a la burguesía.

Como es sabido, los efectos de estos hechos en la conciencia de millones de trabajadores y en las luchas cotidianas fueron tremendos. El socialismo había “muerto” después de “fracasar totalmente”. Por lo tanto, la clase obrera mundial debía conformarse con ser una clase explotada hasta la eternidad. Este panorama ideológico tiñó de conjunto la lucha de clases internacional a lo largo de las dos últimas décadas.

Pero lo que está ocurriendo en estos momentos hace las veces de un “recomienzo” histórico: el supuesto “triunfador”, el capitalismo mundial, afronta su crisis más dramática en décadas. Si los desarrollos de las tres últimas décadas habían ido –por así decirlo– de “izquierda a derecha”, ahora, estos desarrollos serán en sentido contrario: de “derecha a izquierda” aunque seguramente marcados por una polarización en ambos extremos.

Porque lo que esta crisis ha puesto en cuestión frente a los ojos de millones y millones no es ahora el “socialismo”… sino el propio capitalismo en su forma más contemporánea y “avanzada” de organización. Es un cuestionamiento que, por sus tremendas y potenciales consecuencias mundiales, regionales y nacionales, no hace más que actualizar el carácter de la época histórica abierta a comienzos del siglo pasado como de crisis, guerras y revoluciones sociales.

Un ataque en regla contra los trabajadores
La pretensión del capitalismo y los gobiernos de EEUU y de todo el mundo es “socializar las pérdidas”: que los trabajadores paguen la catástrofe perpetrada por el capitalismo.

En los billones y billones que se han hecho humo en las hogueras de Wall Street estaba condensado buena parte del esfuerzo y los padecimientos de todos los trabajadores del mundo. ¡Y ahora se les pide que sean ellos los que paguen la factura de este desastre, con más trabajo, más penurias, más esclavitud laboral!

Esta es la política que viene desde todos los gobiernos, en primer lugar, el de EEUU. Pero estos ataques van a dar motivos para que haya respuestas a su misma escala.

¿Qué va a pasar, por ejemplo, en EEUU, si millones pierden la vivienda y el empleo, y otros tantos ven liquidadas sus pensiones de retiro, por la pérdida de valor de los títulos y acciones que supuestamente las respaldaban? ¿Va a continuar la pasividad de las masas estadounidenses, que viene desde las derrotas de los tiempos de Reagan, o vamos a presenciar el “recomienzo” de la lucha de clases en los mismísimos Estados Unidos?

La rabia con que millones de estadounidenses recibieron el “bailout”, el plan de “rescate” de Bush, y cuya presión hizo fracasar el primer intento de aprobarlo, es un anticipo de lo que puede pasar si el capitalismo norteamericano lleva adelante el ajuste salvaje que objetivamente requiere la economía de EEUU.

Lo que decimos respecto de EEUU, centro de la actual crisis, es válido también para el resto del mundo, ya que nadie va a quedar inmune. Esto abre la perspectiva de una polarización mucho mayor y más dura de todas las contradicciones y enfrentamientos.

Esta exasperación de las tensiones sociales y políticas ha sido un rasgo universal de todas las grandes crisis.
Aunque nos referimos en primer lugar a las que atañen a la clase trabajadora, esto va a teñir a todos los sectores. Se van a presentar divisiones en la misma burguesía y su personal político (como la que paralizó durante varios días al gobierno de EEUU).

Las relaciones entre estados, en una situación donde no hay quien “ponga orden”, pueden también dar cauce a situaciones críticas.

La “resurrección” del keynesianismo no significará retorno al “estado de bienestar”

Es necesario alertar que ya mismo está funcionando una tremenda trampa. Ahora, medio mundo se ha vuelto “antineoliberal”. El neoliberalismo es condenado (más de forma que de contenido) para sostener a continuación la posibilidad de “otro capitalismo” que funcione mejor que el fracasado neoliberalismo. Esto es lo que también intenta presentar Obama, aunque en realidad, para una facción del imperialismo, es el candidato ideal para esta situación de crisis.

Ahora, todos se están diciendo “keynesianos”, en referencia a Keynes (un importantísimo economista burgués contemporáneo de la Gran Depresión de los años 30), y claman para que el estado vuelva a intervenir, regular y controlar. “Bring back Keynes!”: “¡Traigan de vuelta a Keynes!” reclama el titular de uno de los más tradicionales diarios de Londres.

Sin embargo, esta resurrección del “keynesianismo” –o, mejor dicho, de la intervención y regulaciones del estado–, no significa de ninguna manera un regreso a las concesiones del “estado de bienestar social”, desmantelado por la reacción neoliberal.

Muchos sectores del “progresismo”, tanto en América Latina como en Europa, argumentan incluso que el capitalismo “funcionaría mucho mejor y se saldría rápidamente de la crisis” si se bajaran las tasas de interés, se crearan empleos y se aumentaran los ingresos de los trabajadores. De esa manera, argumentan, la mayor demanda permitiría colocar la producción y superar así una recesión o depresión. En resumen: el “progresismo” sueña con volver al “estado de bienestar social” ensayado en EEUU con Roosevelt y generalizado en la posguerra en todos los países centrales (y también, más modestamente, en muchos de la periferia).

Pero se olvidan de dos cosas: la primera es que el “estado de bienestar social” no fue simplemente un hecho “económico”, sino una acción política. Estuvo determinado por el terror de las burguesías de todo el mundo a la revolución socialista. Aunque la Unión Soviética había ya degenerado en el régimen burocrático que llevaría finalmente a la restauración capitalista, la sombra de la revolución obrera de 1917 aún se extendía por el mundo. El “estado de bienestar” o welfare state fue una medida necesaria para domesticar a la entonces combativa clase obrera estadounidense e impedir, después de la guerra, revoluciones socialistas en Europa occidental.

Y la segunda cuestión es que el capitalismo es un sistema social marcado por dramáticas contradicciones que están en el núcleo íntimo de su configuración. Su lógica más profunda marca una sed insaciable de ganancias a despecho de la reproducción humana y de la naturaleza. Se trata de una lógica perversa que –como fue demostrado hace más de siglo y medio por Marx– inevitablemente lo lleva de crisis en crisis porque socava estos dos manantiales de la riqueza, el trabajo humano y la naturaleza.

Además, con la evolución histórica, y por distintas razones, estas tendencias a la crisis (que sin embargo nunca pueden significar un “derrumbe” del sistema si la clase obrera no lo tira abajo con su lucha revolucionaria) no hacen más que tender a agravarse.

Por lo tanto, sea en su forma neoliberal, sea bajo una nueva configuración “keynesiana”, las contradicciones del sistema capitalista son irresolubles: la única solución realista es la lucha por abrir paso a otro sistema social, el socialismo.

Socialismo o barbarie: un programa obrero y socialista frente a la crisis
La versión de “keynesianismo” que se está perfilando en este brusco giro “estatizante” de muchos gobiernos no debe dar lugar a ilusiones.

Estas políticas, que podríamos definir como un “keynesianismo liberal”; o sea, un giro hacia una mayor intervención y regulación del estado en la actividad económica, pero tratando de mantener las condiciones de superexplotación que el neoliberalismo logró imponer a la clase obrera mundial y los países semicoloniales, como por ejemplo la flexibilización laboral y los TLCs entre EEUU y varios países latinoamericanos (algunos de los cuales, para salir del paso, ahora tratan de tener simultáneamente relaciones con Chávez).

Este “keynesianismo liberal” (o “liberalismo keynesiano”), que a lo sumo intentará poner “paños fríos”, va a desarrollar a gran escala el “asistencialismo de la miseria” que vemos en tantos países de América Latina.

Pero, como venimos señalando, los intentos de hacer pagar los platos rotos de la crisis a los trabajadores, se producen en un contexto muy distinto al de la ofensiva triunfante del neoliberalismo de los años 80 y 90. Hoy no están bajo la sombra del gran éxito que lograron con el “fracaso del socialismo”, sino bajo la pérdida de legitimidad que implica su actual fracaso.

Además, en regiones del mundo de importancia, como Latinoamérica, casi desde el comienzo mismo del siglo XXI ya se venía en un ciclo que se ha dado en llamar de “rebeliones populares”, con una enorme acumulación de luchas, experiencias y formas de organización independientes. Estas experiencias no lograron ser desmontadas del todo en estos últimos años de gobiernos “progresistas”. Ahora podrían significar puntos de apoyo para las luchas más duras que vendrán.

Porque mundialmente asistiremos a un escenario de mayor polarización, donde habrá menos “colchones” entre revolución y contrarrevolución, donde seguramente tenderán a “adelgazarse” los mecanismos de mediación de la “democracia” y a desarrollarse expresiones sociales y políticas más radicalizadas a derecha y a izquierda.

En este sentido, no deja de ser sintomático (a modo de ejemplo) lo que está ocurriendo ya en países europeos de gran estabilidad como Bélgica, donde ha habido en estos días una huelga general contra la carestía de la vida, que se realizó desbordando el previo llamado de las burocracias sindicales. Seguramente veremos hechos semejantes en los cuatro puntos cardinales, incluso en países decisivos para la estabilidad mundial de las últimas décadas, como los propios Estados Unidos.

En Latinoamérica, habrá que seguir con mucha atención lo que puede ser el punto de máximo quiebre de la estabilidad regional, con la eventualidad de una guerra civil en Bolivia. También será de mucha importancia la evolución de aquellas economías o regiones más directamente atadas a la evolución económica de Estados Unidos, como México y Centroamérica toda. Y no hay que dejar de subrayar las consecuencias que podría tener la eventualidad de un ascenso en las luchas en un país clave y que ha sido pilar de la estabilidad regional en los últimos años, Brasil.

En estas condiciones, se impone enarbolar un programa de reivindicaciones obreras que deberá estar marcado por algunas de las consignas más clásicas del programa de los trabajadores frente a la crisis: la escala móvil de horas de trabajo y salario; la estatización bajo control de los trabajadores de toda empresa que decida suspensiones, despida o vaya a la quiebra; la estatización de la banca y el establecimiento del monopolio estatal del comercio exterior, todo bajo el control de los trabajadores; la abolición del secreto bancario y la apertura de la contabilidad de las grandes empresas, sean privadas o estatales; la puesta en pie de comités de lucha, de autodefensa y formas de organización y coordinación al calor de las luchas, en la perspectiva de organismos de centralización nacional de las luchas. Es a partir de dar esos pasos que puede abrirse el camino hacia gobiernos obreros y populares y el socialismo.

viernes, 10 de octubre de 2008

Un fantasma recorre el mundo

Llamado a la Conferencia del nuevo MAS

La nueva situación mundial abierta con la crisis del capitalismo neoliberal pone a los revolucionarios ante inmensos desafíos. Para discutir, elaborar y prepararse para los duros combates, que más temprano que tarde llegarán, el nuevo mas está preparando una conferencia para el 12,13 y14 de diciembre.

La conferencia tendrá el marco de un hecho revolucionario que está ocurriendo frente a los ojos de la población mundial: el capitalismo, en su versión neoliberal, parece estar cayéndose como un castillo de naipes y sin piso a la vista. Pocas veces en la historia de este sistema de explotación y opresión se ha vivido una crisis como la actual, que en escasas semanas se ha engullido todo el sistema financiero, bancario y de crédito a nivel internacional.

Esto no ocurre sólo allá a lo lejos en las “alturas” de las finanzas mundiales: del terreno de las bolsas y los bancos se está pasando rápidamente a una crisis en regla en la economía real, la de todos los días. Es que ante semejante destrucción de riqueza (ya que también las finanzas funcionan a base de apropiarse de parte del trabajo no retribuido de la clase obrera mundial) se resiente el funcionamiento de toda la economía. De ahí que los capitalistas ya hayan puesto a la orden del día las suspensiones y despidos.

La crisis financiera y económica se ha transformado ya en una crisis política de los principales países imperialistas. El espectáculo del gobierno de Bush perdiendo la votación del multimillonario “salvataje” que, cuando finalmente se votó no calmó ni “salvó” a nadie, parece digno de la política de cualquier país “bananero”...

Por su lado, la Unión Europea no contribuye a aquietar las aguas, ya que los gobiernos de esta “unión”... se están desuniendo.

La crisis política internacional también manifiesta un problema de tipo geopolítico: nunca como en este momento se está revelando que el supuesto “policía del mundo” tiene tan dramáticos problemas en su propia casa que mal podría poner orden en el resto del mundo.

Así, los desafíos a la autoridad del amo del Norte crecen y se multiplican a lo largo y ancho del globo.
En estas condiciones, estamos asistiendo a lo que podríamos llamar un recomienzo histórico: a pocos años de que los capitalistas proclamaran a los cuatro vientos el supuesto fin de la historia y del socialismo, una dramática crisis golpea a su puerta. Ahora son ellos los que deben tratar de convencer a millones de que “el capitalismo no ha terminado”...

Por supuesto, el capitalismo mundial nunca va a terminar si la clase obrera mundial con sus luchas y movilizaciones no lo tira abajo. Pero está claro que lo que se está viviendo es “la caída del Muro del capitalismo”: se ha abierto una caja de Pandora donde al menos la forma neoliberal del capitalismo ha quedado prácticamente en el limbo. Se ha abierto una durísima pelea alrededor de, si la salida será otra forma de capitalismo o, lisa y llanamente, la reapertura de las perspectivas de la lucha por la revolución socialista.

La cuestión es que de una manera u otra los capitalistas van a intentar ingeniárselas para descargar esta crisis brutal sobre las espaldas de la clase obrera mundial y demás sectores explotados y oprimidos.

Sea bajo la forma de la reafirmación de algún tipo de neoliberalismo “aggiornado”, sea con el retorno de recetas de intervención del estado (“keynesianismo”) o, más probablemente, con una combinación de ambas modalidades de explotación capitalista, lo que es seguro –y ya ha comenzado– es que sobre los trabajadores a nivel mundial, regional y en cada uno de los países se viene un ataque brutal, bajo la forma de rebajas salariales, suspensiones, despidos y represión a las luchas.

Sin embargo, está claro que la clase obrera no se dejará esquilmar así nomás. Ya mismo ha comenzado un proceso de luchas, incluso en países que han gozado de estabilidad a lo largo de las últimas décadas. Esto está llamado a profundizarse, mucho más en la medida en que los de arriba se van a mostrar más divididos y enfrentados que hasta el momento respecto de qué rumbo tomar.

El pronóstico es entonces que viviremos en un mundo caracterizado por profundas crisis, luchas, guerras y revoluciones. Un mundo convulsionado donde millones y millones seguramente comenzarán a preguntarse si era verdad que el socialismo había muerto como nos habían dicho, y si no será en cambio la hora de recomenzar la pelea por otro sistema social, donde la producción esté al servicio de la satisfacción de las necesidades de las más amplias masas y no de las superganancias de unos pocos.

En suma, el relanzamiento de la auténtica perspectiva de la revolución socialista, aprovechando la experiencia pasada y estando alertas para desterrar cualquier atisbo de degeneración burocrática de la revolución social.

Es bajo el signo de esta tarea urgente que el nuevo mas lanza su conferencia de diciembre. Haremos este evento en la perspectiva de la III Reunión Internacional de nuestra corriente Socialismo o Barbarie, a realizarse en marzo próximo con la presencia de compañeros de Costa Rica, Honduras, Brasil, Paraguay, Bolivia y de nuestro partido, así como compañeros invitados de otros países.

Invitamos entonces a participar de sus debates previos y del necesario intercambio de ideas, que consideramos parte de la preparación de los más amplios sectores de la vanguardia independiente y la izquierda frente a los inmensos desafíos que están por delante: volver a poner en la agenda de la lucha de clases de este siglo XXI, la pelea por la revolución socialista.

Crisis del Capitalismo


En estos días los trabajadores estamos mirando como el capitalismo cruje y entra en crisis. Para entender que está pasando y poder dar una respuesta como clase trabajadora a la ofensiva que los capitalistas pretenderan hacer sobre nuestras espaldas publicamos este artículo aparecido en nuestro periódico Socialismo o Barbarie.
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La crisis financiera yanqui y el posible vuelco en la situación política internacional

El cuestionamiento más serio al capitalismo neoliberal

“La base del estilo de capitalismo estadounidense está por colapsar”. (diario Mainichi Shimbum, Japón, columna del 21 de septiembre, tomado de La Nación).

Hace más de treinta años el capitalismo mundial cambiaba su forma de organización. A lo largo de toda la segunda posguerra (desde el año ‘45) y hasta comienzos de los años ’70, había funcionado de una manera que significaba –en última instancia– un “tributo” a la revolución socialista en Rusia en 1917. Es que esta revolución, de profundo impacto mundial y que había expropiado a los capitalistas en el enorme país euroasiático, sumada a la crisis económica de los años ’30, significó el cuestionamiento más profundo sufrido por el sistema capitalista internacional en toda su historia.

Del Estado “benefactor” al neoliberalismo

Superar ese cuestionamiento no sólo implicó determinados ataques y derrotas a luchas de los trabajadores en todo el mundo: la burocratización de la ex URSS, la Alemania de Hitler, la derrota de la clase obrera en la guerra civil española, etc. Simultáneamente, luego de la carnicería mundial ’39-’45, comprendió darles una serie de profundas concesiones a los trabajadores y sectores populares a todo lo largo y ancho del globo terráqueo. La reducción de la jornada laboral; el reconocimiento de domingos y feriados; el pleno empleo; el sistema estatal de jubilaciones, pensiones y educación pública; vacaciones pagas, etc. Toda una forma de organización de la economía capitalista tuvo que ser puesta en pie, forma de organización que se dio en llamar “Estado benefactor”.

Sin embargo, promediando la década del ’70, ocurrieron dos fenómenos simultáneos: por un lado, este sistema de “protecciones” a las masas trabajadoras había devenido demasiado costoso para los capitalistas. Al mismo tiempo, tanto en la ex URSS como en China (donde también fueron expropiados los capitalistas en 1949) y demás estados mal llamados “socialistas”, había comenzando un profundo proceso de deterioro que los llevaría de vuelta al capitalismo (salvo en Cuba, hasta ahora...) para comienzos de la década del ’90.

Margeret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en los Estados Unidos encarnaron este “toque de rebato” de los capitalistas a escala mundial: llegaba la hora del capitalismo neoliberal. Capitalismo neoliberal que significaba el más sistemático ataque a las conquistas de los trabajadores.
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El retorno a condiciones laborales del siglo XIX fue un poco la forma de graficar lo que estaba ocurriendo: la pérdida de la estabilidad laboral, la flexibilización de los contratos, el aumento dramático de los índices de desempleo, la privatización de empresas públicas, jubilaciones y parte del sistema educativo, etc.

Estas fueron sólo una parte de las medidas que se llevaron adelante para quitarle una tajada creciente de su trabajo a la clase obrera mundial: la parte de su trabajo no pagado que había debido serle “devuelta” como tributo a la Revolución Rusa de décadas atrás. Esto en la lógica del sistema “dar algo para no perderlo todo”.

Como decíamos, a comienzos de los años ’80, Margaret Thatcher presentó estas medidas como una especie de (inexorables) “leyes de la naturaleza” del sistema con su famosa frase “no hay alternativa”; frase que dio lugar a su famoso apodo: T.I.N.A (“There is no alternative”, por las iniciales en inglés).
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Supuestamente, no habría alternativa al capitalismo ahora en su fase neoliberal. Por todo el globo se expandieron este tipo de medidas, como también observamos en nuestro país y Latinoamérica toda. Medidas inicialmente impuestas –en nuestra región– mediante la sangre y el fuego de terribles dictaduras.
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En este marco, los Estados Unidos fue el país que más agudamente encarnó –mundialmente– esta ofensiva y “modelo”. La caída del “comunismo” a comienzos de los ’90, venía como a ser la confirmación de que “la historia había llegado a su fin”: la libertad de mercado y la democracia de los ricos eran la máxima forma de organización social a la que podía aspirar la humanidad...

Y en el centro de todo esto aparecía Estados Unidos como potencia imperialista hegemónica. Sólo se podía hablar de historia para atrás: hacia delante, ya no habría “novedades”: la historia (y con ella la clase obrera y la mismísima lucha de clases) había terminado...

Con el comienzo del siglo XXI esto comenzó a ser cuestionado: con la movilización “globalifóbica” en la ciudad yanqui de Seattle, la expansión del movimiento antiguerra en el norte del mundo y el ciclo de las rebeliones populares latinoamericanas. Pero hacia finales de esta década esto parecía tender a “apagarse”...

Y sin embargo, la creciente crisis financiera y economía internacional, que venía desarrollándose de manera más o menos “lenta” y mediatizada desde hace dos años, parece amenazar con producir ahora un vuelco dramático en la situación internacional.

Porque, característicamente, en el país centro mismo del capitalismo imperialista ¡ha terminado estallando la crisis financiera y económica más dramática desde los años ’30 del siglo pasado! No todos los días ocurre algo así.

El retroceso hegemónico de los Estados Unidos

Esta crisis creciente del lugar hegemónico económico y político de Estados Unidos encontró ayer, en el discurso del mismísimo George Bush, un dramático reconocimiento: “El mercado no está funcionando adecuadamente. Hay una pérdida de confianza generalizada. Estados Unidos puede caer en un pánico financiero generalizado” (G.W.Bush, La Nación, 25-09).

Con el abierto reconocimiento del posible quebranto de la economía yanqui (si es que no se aplica un masivo paquete de fondos desde el Estado), lo que quedó en cuestión es toda la configuración de la economía mundial en los últimos 30 años. Configuración cuya ideología rezaba que “la mano invisible del mercado” era la que “regulaba” y ponía en su “justo” lugar cada “componente” que hace al funcionamiento de la economía...

Como un “mentis” a todo esto, el presidente yanqui que más fracasos ha acumulado desde Nixon (perdió la guerra de Vietnam y renunció anticipadamente por un escándalo a comienzos de los ‘70), tuvo que reconocer que la economía yanqui “peligraba” y que el multimillonario rescate económico (700.000 millones de dólares) debía ser de inmediato aprobado so pena del colapso de todo el sistema financiero norteamericano (y mundial).

A estas alturas, lo que Bush vino a confirmar, es que se están verificando las peores previsiones alrededor de la crisis financiera y económica mundial. Dinámica que ha sido hacia una creciente profundización de la crisis financiera y económica internacional, con todos los analistas caracterizándola a estas alturas como la más grave desde la famosa crisis del ’29!

Porque a una crisis financiera que no deja de cobrarse víctimas de enorme importancia (habiéndose literalmente tragado ya a todos los llamados “bancos de inversión” yanquis), se le vienen a sumar los efectos combinados de una tendencia creciente en la inflación mundial y presiones hacia una recesión económica internacional que parece cada vez más inevitable. Repetimos: Estados Unidos vive la crisis financiera más grave desde el ’29, crisis financiera que por ser de este país, evidentemente, no podría dejar de ser internacional.

Pero a la restricción crediticia se le suma la del deterioro en la economía real: es sólo por una razón estadística que no se esté reconociendo que este país ya está en una profunda recesión. Además, en el mismo sentido se encaminan los principales países de la Europa imperialista y Japón. Y si en la tríada hay esta situación, no hay China ni India que pueda ayudar a escapar al resto del mundo de la misma.

Al quebranto económico hay que sumarle otro elemento de enorme importancia: porque en el fondo, en el centro de la crisis, lo que está en cuestión, es el lugar económico y político de los Estados Unidos como centro hegemónico del capitalismo imperialista mundial.

Es esto lo que se está expresando alrededor de una serie de elementos de crisis creciente en el sistema de Estados en el ámbito mundial.

Esto sin que, claro está, se pueda observar solución a la vista del problema. “Soluciones” que nunca han sido evolutivas ni pacíficas: siempre han derivado en enfrentamientos, guerras y asimismo revoluciones de enorme magnitud.

Al capitalismo hay que derribarlo

Toda la configuración actual del sistema capitalista podría haber quedado puesta en cuestión: “En país tras país, la reacción a los colapsos financieros y los rescates del gobierno norteamericano en las últimas semanas, es cuestionar el liderazgo económico de Estados Unidos y revisar políticas que se apegan al modelo estadounidense” (The Wall Street Journal, tomado de La Nación, 25-09-08).

En términos socialistas revolucionarios, es el mismísimo sistema (y no simplemente un “modelo” como dicen los centroizquierdistas) el que ha quedado cuestionado. Porque es el propio sistema capitalista el que en todas sus “formas” está determinado por una ley que lo lleva a crisis periódicas: ¡el hambre insaciable de ganancias crecientes! Ganancia creciente que a cada paso tiende a ser socavada. Sea por la lucha de los trabajadores, sea por demasiados gastos en inversión, sea por una producción que no encuentra mercado, sea por una crisis financiera generalizada o más bien por una combinación de todos los elementos mencionados.

Pero sin embargo, para terminar con el capitalismo, nunca ha alcanzado con sus crisis periódicas. Por más profundas que éstas sean, nunca se “derrumbará” por sí solo. Por el contrario, es absolutamente imprescindible la acción revolucionaria de las masas obreras y populares. Si esto no ocurre, no hay crisis “definitiva” sin salida del sistema, que valga. Porque el capitalismo mundial, como sabiamente decía el viejo Lenin, de una u otra forma, siempre se termina recuperando.

Pero esto no hace menos dramático el vuelco que parece estar viviéndose en estos días: una crisis en la configuración de la economía mundial de los últimos 30 años; crisis que es trasmitida a todo el mundo ni más ni menos que desde el centro mismo de la economía mundial. Una crisis que de seguir profundizándose, va a terminar tiñendo decisivamente toda la situación económica y política mundial (y por lo tanto, también regional) de una manera todavía difícil de precisar.

martes, 7 de octubre de 2008

LUCHA DOCENTE

A pesar de la traición de las burocracias del Suteba y de la FEB, los docentes siguen luchando. La bronca es mucha, los descuentos se hicieron sentir en todos los bolsillos en el marco de la creciente inflación que solo el INDEC de Cristina y Moreno niega y el repudio al acuerdo Suteba/FEB con el gobierno de Scioli-Oporto es muy grande.
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Por ello es que durante el conflicto surgieron asambleas autoconvocadas adonde compañeros de nuestro partido estuvieron siendo parte desde el principio. Y de esas asambleas realmente grandes (mas de 250 docentes uno de los dias de paro) es que surgió la necesidad de organizarse y luchar mas allá de lo que arreglaban las burocracias funcionales al gobierno.
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De allí surgió una agrupación amplia llamada Docentes de Base de quienes tomamos el comunicado que hicieron con respecto a este conflicto. Les dejamos la palabra a los compañeros.
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Ladran Sancho

El pasado 29 de septiembre apareció un comunicado de prensa firmado por Raúl Calamante- Suteba e Irma Sanchez- SEM (FEB) que, sin dudas, resulta elocuente y clarificador a la hora de precisar el modus operandi de la burocracia sindical.

En dicho documento (repetimos una vez mas, firmado en forma conjunta por Raúl Calamante e Irma Sánchez) se acusa "a toda autoconvocatoria por fuera de las organizaciones gremiales pertenecientes al FGDB", de pretender debilitar la lucha y de generar confusiones entre nuestros compañeros docentes y la comunidad.

A continuación aparece algo parecido a una "declaración de principios" donde los firmantes nos quieren convencer de que sus "decisiones adoptadas son tomadas en forma democrática" y que responden a decisiones mayoritarias.

El último párrafo es mas de lo mismo, aunque con un nuevo condimento: el pedido histérico a los docentes del distrito a que se "informen", de manera exclusiva, a través de ellos...

Pues bien, los compañeros que nos identificamos como Docentes de Base invitamos al conjunto de los trabajadores de la educación, en general, y a los casi 300 compañeros con quienes hicimos posible la extraordinaria asamblea de la Técnica 2 del pasado 26/09, en particular, a compartir algunas reflexiones.

En primer lugar nos gustaría saber a que lucha aluden Calamante y cia, ¿a la que nunca dieron?, ¿a la que boicotearon desesperadamente, incluso apelando a recursos típicos de la patronal como el "apriete" vía "mensajitos"?, ¿de qué lucha nos hablan aquellos que se sientan a pactar en el domicilio particular de Oporto, luego de haber dado sobradas pruebas de su obsecuencia (o "lealtad" en la jerga peronista) al punto de enviar combis a los actos oficialistas, sin consultar a sus representados?. Si entendemos que el término "lucha" en boca de estos farsantes significa transar nuestros reclamos al extremo de aceptar que se descuenten vergonzosa y anticonstitucionalmente los días de paro, entonces sí afirmamos categóricamente que no solo pelearemos por "debilitarlos", sino también por fortalecer aún más esta verdadera herramienta de lucha que engendramos desde abajo en asamblea.

En cuanto a aquello de generar confusión, tan solo vale recordar las intervenciones mediáticas de Calamante cuando "informaba" falazmente a la comunidad acerca de aumentos para los docentes !!!del 41%!!!.

Respecto a las "declamaciones democráticas" apelemos a una vieja cita justicialista: "la única verdad es la realidad". Veamos y comparemos las "realidades":

*Por un lado tenemos la última asamblea general de afiliados de Suteba con 200 concurrentes (incluyendo a los 3 matones de la CTA que custodiaban la puerta) la cual se redujo a una única intervención hecha por un miembro de la conducción quien directamente mocionó la aceptación del acuerdo sin discutirlo siquiera.

*Por otro lado, la Asamblea multitudinaria y resolutiva (con más de 250 compañeros) llevada a cabo en la Técnica 2, en la cual hicieron uso de la palabra casi 30 compañeros de manera absolutamente libre. Aquí si se deliberó, discutió y resolvió democráticamente "tomar el toro por las astas" y con nuestras propias manos, para poder definir los pasos a seguir e informarnos fehacientemente de los nefastos alcances del acuerdo pactado por nuestros entregadores, alcances que hoy se materializan en el descuento, por ejemplo.

Desde Docentes de Base repudiamos y rechazamos los acuerdos transados a espaldas nuestras entre el gobierno de Scioli y sus socios de la burocracia sindical. Creemos que nuestros sindicatos se parecen cada vez mas a "oficinas gubernamentales" y que lejos están de constituirse en una herramienta de lucha. En todo caso se trata de una herramienta al servicio del gobierno patronal y no de los trabajadores.

En este contexto estamos convencidos de la certeza del camino escogido en torno a estimular y aportar a la autodeterminación de los trabajadores prescindiendo de los "servicios prestados" por la burocracia K. A su vez manifestamos abiertamente nuestra vocación de lucha en pos de derrotar los planes (personales o corporativos) de las traidoras conducciones sindicales en todos los terrenos en que esta pelea se manifieste. Esto, obviamente, incluye a las futuras contiendas electorales internas de cada sindicato.

Finalmente ratificamos nuestro compromiso de sumar todo nuestro esfuerzo junto al resto de los compañeros para fortalecer y garantizar la existencia de este espacio nuevo que nos supimos dar.

*¡Por un sueldo totalmente en blanco!

*¡Nada de descuentos a los dias de paro!

*¡Que la base decida! ¡Que todo se decida en asambleas!

*¡Por una herramienta de lucha clasista, antiburocrática e independiente del gobierno de turno!

*¡En defensa de nuestras conquistas sociales!

*¡En defensa de una escuela pública que garantice la socialización del conocimiento y no la reproducción de las desigualdades sociales del sistema!

Docentes de Base


BIENVENIDOS A NUESTRO BLOG

En este blog queremos ir reflejando todas las actividades que hacemos como partido, las luchas de los trabajadores de las que somos parte y aquellas donde no estamos pero apoyamos con nuestra solidaridad de clase, todo aquello que los grandes medios masivos no informan o ocultan alevosamente. Este blog está al servicio de eso, de difundir la pelea de nuestra clase por sus reivindicaciones.

Asimismo pretendemos aportar a la formación de una conciencia crítica y a la difusión del marxismo como praxis revolucionaria. Porque ello es lo que somos, trabajadores militantes que peleamos por cambiar esta sociedad de explotación y alienación por otra infinitamente mas fraterna, mas humana, mas solidaria, una sociedad liberada de las cadenas de la opresión, una sociedad socialista.

Y por eso nos pareció lo mas adecuado iniciar este blog con un homenaje sentido a nuestro compañero Ricardo Perrotta, fallecido no hace mucho. Ricardo fue biólogo, trabajador del Inidep donde durante muchos años fue delegado de sus compañeros, fue docente universitario. Pero por sobre todo fue un militante socialista revolucionario profundamente convencido de la necesidad de cambiar este sistema capitalista. Fue un militante que tuvimos la suerte de contar en las filas de nuestro partido.

En homenaje a Ricardo publicamos esta nota aparecida en una revista dias después de su fallecimiento, su última nota, un muy interesante y serio análisis sobre el capitalismo como sistema depredador hasta de la vida. Como seguimos diciendo, compañero Ricardo, ¡¡¡hasta el socialismo siempre!!!.

La pesca y el modelo económico exportador-depredador

¿De qué cambio habla la presidente?

Por Ricardo G. Perrotta Revista De Acá, Año II, N°16, Mar del Plata, abril de 2008

La actual presidenta mencionó en reiteradas ocasiones durante la campaña electoral del 2007, que su futuro gobierno sería la continuación de los cambios que se estaban implementando, y acuñó la frase: "la continuidad del cambio". ¿Ahora bien, a qué cambio se refería?

La economía se basa en la exportación de materias primas sin elaborar, que representan más del 80% del Producto Bruto Interno (PBI); se da todo tipo de facilidades para que esto ocurra, como es el caso de la minería y el petróleo. La exportación de soja hoy constituye una de las bases de nuestra economía, a tal punto que podemos decir que nos hemos convertido en una republiqueta sojera.

En el primer año de gestión del presidente Kirchner el gobierno entregó 198.000.000 de dólares en concepto de comisión al grupo de bancos encargado de mediar entre el Gobierno y los acreedores privados de papeles de la deuda externa, que representó un 0,8% de lo negociado. Mientras que la comisión pagada por Cavallo-De la Rúa a los bancos por el megacanje representaba un 0,5%, es decir, fueron menos de 150.000.000 de dólares. Ese gobierno, fue el gobierno constitucional que más ha pagado en concepto de deuda externa: recordemos, entre otros pagos los 10.000 millones de dólares girados al FMI, suficiente dinero para recuperar la empresa YPF. La concentración del capital es otra de las características del sistema económico.

Las 500 grandes empresas no financieras generan más del 30% del valor agregado de todo el país y venden casi el 80% del total exportado. El segmento extranjero genera cerca del 91% de las utilidades del medio millar de firmas más importantes. Por otra parte, se sigue manteniendo el IVA al 21%, siendo que este impuesto es el más regresivo de todos ya que grava con el mismo importe a un desocupado que a un empresario. En marzo de 2007, el superávit fiscal fue de 1.485 millones de pesos, pero el servicio de la deuda insumió 1.190 millones de pesos, es decir el 80%, por lo tanto quedaron 295 millones. Por otra parte, las provincias siguen deficitarias y deben recurrir al aporte del tesoro nacional y el gobierno subsidia a las empresas de transporte y energía.

El Banco Central sostiene el dólar "alto", mediante frecuentes compras de esta divisa y para evitar un aumento del circulante que genere más inflación (que el gobierno quiere disimular mediante la intervención en el INDEC), se emiten bonos (por un valor hasta el presente de unos 50.000 millones de dólares), con los que se compran los dólares. Estos bonos generan intereses que habrá que pagar en algún momento. La inflación según datos oficiales se ubicó en el 2007 en 8,5%, mientras que los trabajadores del INDEC agrupados en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), la sitúan entre el 22,3 y 26,2%, que en el caso de alimentos y bebidas la situación es mucho peor, dado que habrían aumentado entre 36,4 y 38, 4% por ciento.

Es interesante mencionar que los aumentos salariales se fijan en función del índice de inflación, reconocer un valor menor al real, implica favorecer a las empresas que así aumentarían en menos porcentaje los salarios y pone en evidencia el carácter patronal del actual gobierno. La renta actual de los trabajadores en relación al PBI es de un 22%, en la década de los 70 alcanzó el 59%.En Argentina, el 70% de la riqueza se la queda el 12% de la población. Por todo esto, la reunión de la presidente con la CGT a fines de enero de este año, cerró un pacto que impida reclamos de los trabajadores, eventuales protestas y pedidos de suba salariales.

La pesca en Argentina

La Argentina posee una extensa plataforma marítima unos 4.000 km de costa y una de las plataformas más grandes del mundo, abarcando casi 1 millón de km2, con importantes recursos pesqueros, tanto por su valor de mercado como su cantidad. Sin embargo, muchas poblaciones marinas explotadas se hallan actualmente fuera de los límites biológicos aceptables, o bien se capturan en exceso o la pesquería está sostenida fundamentalmente por individuos juveniles.

La situación es especialmente grave en especies demersales, como la merluza común (caída de biomasa, pesca sobre la población de juveniles), la merluza negra (caída de biomasa, pesca dirigida sobre juveniles), que ha llevado a esta pesquería casi a desaparecer y la merluza austral (caída de biomasa).
Otras veces el manejo pesquero es caótico, como en el langostino, que condujo a que más de 100 buques pararan durante gran parte del año 2005 o el calamar que experimentó una brusca caída en las capturas después de la zafra del 2004, aunque tuvo una mejoría en el 2006. De mantenerse las tendencias actuales, muchas de poblaciones disminuirán sus biomasas a valores que harán que su explotación deje de ser económicamente rentables, con los consiguientes problemas ambientales y pérdida de puestos de trabajo, mientras los dueños de los barcos y las fábricas habrán obtenido inmensas ganancias.

A su vez, la capacidad pesquera de la flota supera con creces la necesaria para llevar adelante una pesca de manera sostenible. No obstante, las sucesivas resoluciones de la autoridad nacional que establecen los cupos de captura no son debidamente fundadas, lo que pone en duda su objetividad. Algunos de los principales factores que definen la actual situación del sector pesquero son:

• Sobrepesca, no se administra el esfuerzo pesquero de manera de lograr un equilibrio sostenible entre rendimientos biológicos y extracción cuando se alcanzan los límites de explotación;
• Controles laxos o ausentes.
• Un Estado que favorece grupos económicos muy concentrados.
• Exceso de capacidad de la flota.
• Importantes estructura de extracción y procesamiento industrial [sobrecapitalización]
• Fuerte dependencia del mercado internacional.
• Poca participación del mercado interno en el consumo de productos del mar.
• Cambios estructurales de gran importancia en los últimos 20 años.
• Utilización de artes de pesca no reglamentarios.
• Excesivo descarte, captura de juveniles.
• Bajos salarios, principalmente del personal en tierra.
• Permisos de pesca irrestrictos (son licencias que generan derechos adquiridos, aquel barco que obtiene lícitamente un permiso si no es por causa justificada no se le puede revocar) y acceso a las áreas de pesca abierto.

El caso de la pesquería de merluza (Merluccius hubbsi)

La merluza es un ejemplo típico de destrucción de un recurso mediante una explotación basada en la mera acción extractiva. A principios de la década de los noventa, la merluza se encontraba en el tope de su explotación. No obstante, a partir del año 1996 se otorgaron permisos de pesca indiscriminados y se incorporaron 70 buques factorías-congeladores europeos, con lo que la capacidad de pesca aumentó en un 150%.

Todo esto condujo a que a partir de 1997, fuera imposible para las autoridades, ocultar, negar o minimizar la situación crítica en que se encontraba la pesquería, obligándolos a adoptar algunas medidas para proteger el recurso. Por ejemplo, declarar por parte del Congreso de la Nación en emergencia a la Merluza por un año, el establecimiento frente a las costas patagónicas de Chubut de vedas temporales, con el objeto de proteger a los juveniles y confinar a la flota congeladora al sur del paralelo 48º.

Sin embargo, las empresas operadoras de los buques factorías-congeladores -principalmente de origen español- presentaron medidas cautelares en los juzgados patagónicos de Rawson, Ushuaia y Viedma, obteniendo dictámenes favorables que les permitieron violar legalmente las medidas de protección tomadas. Así a principios de la década de los 90 se capturaban alrededor de 400.000 toneladas mientras que en los últimos años de esa década y principios de la siguiente, la captura se duplicó.

El descarte llegó a más de 200.000 toneladas y lo que queda de este recurso se asienta en ejemplares juveniles, que a partir del año 2002 sostienen la pesquería. En 2004 más del 70% de la mortalidad por pesca se ejercía sobre el grupo de edad 2 (edad de primera madurez alrededor de dos años). Esta situación ubica a la merluza argentina en la peligrosa posición de estar en sobrepesca de reclutamiento, antesala del agotamiento del recurso.

Mientras tanto, continúa el deficiente sistema de controles, que posibilita la captura de juveniles y el ingreso de barcos en las zonas de veda y de deficientes estadísticas pesqueras; a estas irregularidades se suman las resoluciones de la autoridad de aplicación (Subsecretaria de Pesca y Acuicultura de la Nación, SPyA)), sin las debidas fundamentaciones, que determinan los cupos de captura y los mecanismo de transferencias "irregulares" de permisos de pesca consistente en que un buque va a desguace le transfiere su permiso de pesca a otro con una mayor capacidad de captura. Todos éstos mecanismos permiten el incremento del esfuerzo de pesca y de la captura anual de merluza por sobre los límites biológicamente aceptables. La resolución 14/2007 de la SPyA establece un nuevo ordenamiento en la pesca de la merluza y reconoce su estado critico y que "Que no obstante ello, es imprescindible mantener el criterio de contemplar las situaciones de crisis social que pudieran atravesar las provincias con litoral marítimo".

La resolución 65/07 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación (SAGPyA) distribuyó los cupos de merluza para este año, con vigencia desde el 1 de enero de 2008 y por cinco años, es decir, hasta el 31 de diciembre de 2012. La autoridad de aplicación estableció un sistema de cupos vinculados a un porcentaje de la Captura Máxima Permisible (CMP) y no a una cantidad prefijada de toneladas, como se había hecho en años anteriores. Según el porcentaje que le corresponde a cada buque, y sobre la base de las diferentes CMPs que se vayan fijando para estos cinco años, se calculará la cantidad de toneladas que se le permitirá pescar a cada barco. La resolución establece una fuerte reducción en la cantidad de toneladas de merluza que se autoriza capturar, ya que se fija una CMP para este año de 270 mil toneladas contra las 340 mil asignadas para 2007. De este total corresponden 207 mil toneladas al stock sur y 63 mil toneladas al stock norte. También se refiere a paradas biológicas de la flota y otras medidas restrictivas del esfuerzo de pesca.

Recientes conflictos

Cuando aún no se acallaban los ecos de la justa protesta de los trabajadores de la pesca en Puerto Deseado (a 2.100 km al sur de la capital Buenos Aires), el lunes 16 de julio de 2007 se instaló en el principal puerto pesquero argentino, Mar del Plata, una rebelión obrera protagonizada por el sector más explotado de la pesca marplatense: los trabajadores de tierra (fileteros, peones y envasadoras, entre otros).

La lucha tuvo la consigna de un salario garantizado mensual de 980 pesos y 8 horas diarias de trabajo. El conflicto puso en evidencia todas las complicidades del sistema pesquero (empresarios y gobiernos, nacional, provincial y municipal), desde la entrega de los recursos pesqueros a las grandes empresas del sector hasta tolerar el trabajo no registrado, las condiciones de trabajo de semi-esclavitud, salarios miserables (no alcanzan el 15% de los costos totales de las empresas) y la evasión de impuestos.

Después de fatigosas negociaciones y amenazas de liberar los accesos por medio de las fuerzas policiales el miércoles 1 de agosto. Se llega al siguiente acuerdo: se establece el plazo a 100 días corridos para efectivizar el blanqueo de todos los trabajadores; se estableció un salario mínimo de $800; las negociaciones se darían en torno al convenio 161-171/75 (garantía horaria, jornadas laborales de 8 hs.) y no incluía una cláusula de paz social. La propuesta fue percibida por los trabajadores como un triunfo. Sin embargo, casi inmediatamente de firmado el acuerdo volvieron los conflictos frente a las plantas ante el incumplimiento de los empresarios de comenzar a registrar a los trabajadores. Y hoy, ante la reducción de la CMP de 2008 respecto de 2007, el gobierno nada dice acerca de qué pasará con los trabajadores ante la falta de materia prima.

Una lucha de todos

Esta situación hace que las perspectivas para 2008 no sean nada positivas para los trabajadores. Ya se anunció una captura máxima de 270 mil toneladas de merluza para este año, lo que implica una reducción de 20% respecto a 2007. Sin embargo, esta rebaja no alcanzaría para recomponer (dado el estado crítico en el que se encuentra) el principal recurso pesquero, es decir, la merluza. Es interesante mencionar que el 90% de las exportaciones del distrito de General Pueyrredón proviene de la pesca.

Por eso creemos que la solución tiene que incluir:

1) El conocimiento del estado real del recurso a través de hacer públicos los informes del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) que hoy se mantienen ocultos;
2) Abrir los libros de las empresas pesqueras para conocer las reales ganancias de estos pulpos, como los cinco grupos (Moscuzza, Valastro, Solimeno, Barillari y Di Leva) que hegemonizan el negocio de la pesca marplatense. Si bien estos grupos tienen su origen en Mar del Plata, hoy son grupos integrados, que incluyen alianzas con empresas europeas y controlan barcos fresqueros y congeladores. La mayoría cuenta con plantas en tierra. También exportan, y su principal destino es España. Hay 14 empresas de capitales ibéricos: Pescargen, Viera, Arbumasa, Pesca Austral, Pescapuerta, Ibermar, Pereira, Iberconsa, Pesquera Santa Cruz, Argenova, Congeladores Patagónicos, Empesur, Percargen Deseado y Conarpesa.
3) Sacar de servicio los barcos congeladores y elaborar todo el pescado en tierra.
4) En cuanto a los permisos irregulares de pesca tener en cuenta a la Comisión Revisora de Expedientes de Permisos de Pesca, que funcionó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
5) Exigir el cumplimiento del convenio 161/75, con la modificación de 6 horas de trabajo (reconocimiento de trabajo insalubre).
6) Manejo del recurso pesquero por todos los sectores de trabajadores involucrados: embarcados, fileteros, científicos y técnicos.
7) Garantizar la continuidad salarial para los trabajadores, con un salario superior a la canasta familiar, en caso de ser necesario el establecimiento de vedas a la pesca u otras paradas biológicas.
8) Crear una empresa estatal de pesca que concentre los desembarques y haga un seguimiento de la materia prima.
9) Las exportaciones deben quedar supeditadas al abastecimiento del mercado interno a precios controlados.
10) Mayores retenciones a las exportaciones. Hoy son apenas del 10% para la materia prima sin elaborar y 5% para la elaborada. Por último, la crisis deben pagarla los empresarios, que son quienes se quedaron con grandes ganancias mediante la superexplotación de los trabajadores la apropiación de los recursos pesqueros de todos los argentinos.