miércoles, 30 de mayo de 2012

A 43 AÑOS DEL CORDOBAZO


Una gran experiencia que hay que poner al servicio de la nueva generación obrera

En junio de 1970, preso en el penal de Rawson, Agustín Tosco, dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba y una de las figuras más destacadas del Cordobazo escribió: “Se me ha pedido que escriba un artículo sobre el Cordobazo. Creo que lo que hay que escribir sobre este hecho de real trascendencia histórica, especialmente para Argentina y América Latina, es un libro. Porque son muchas, variadas y complejas, distantes e inmediatas las causas que produjeron la circunstancia sociológica-política del Cordobazo”. Desde entonces se ha escrito mucho más que un libro, no sólo sobre las causas sino también sobre sus consecuencias. De ahí que a cuarenta y tres años de producida esta movilización semi-insurreccional es importante mantenerla en la memoria de las nuevas generaciones de luchadores obreros. Pero no puede ser una reivindicación a-crítica desligada de las tareas estratégicas que están planteadas para la vanguardia obrera actual.

La emergencia de la “nueva izquierda”

El Cordobazo abrió una nueva situación política en el país y puso en el centro de la escena a la clase obrera. La vanguardia surgida de sus filas, a diferencia de los actuales activistas, va a encadenar sus fuerzas y su acción a la experiencia que traían muchos viejos luchadores obreros de la Resistencia Peronista que a mediados de los 50 enfrentó al gobierno militar de Aramburu-Rojas y luego a Arturo Frondizi, que había llegado a la presidencia de la Nación con los votos peronistas. En este sentido, la actual generación de luchadores obreros debe partir de un nivel diferente (e inferior) en cuanto a experiencias políticas y sindicales.

Con el Cordobazo dio un salto la radicalización de esta nueva camada de luchadores que se iba forjando bajo el autoritarismo y la represión de las dictaduras de Onganía y Lanusse. Esta radicalización va a dar lugar al surgimiento de nuevas organizaciones de la izquierda revolucionaria y una nueva, aunque equivocada, interpretación del peronismo. A mediados de la década del 60, la Revolución Cubana comienza a proyectar su influencia sobre la juventud estudiantil y activistas fabriles, que comienzan a ver en la organización guerrillera el motor de la revolución. Estas organizaciones no tendrán influencia directa durante el Cordobazo. Pero luego se irán fortaleciendo, fundamentalmente la guerrilla peronista Montoneros y el frentepopulismo del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que significaron uno de los principales obstáculos para pelear por la autoorganización obrera y la independencia política de clase.

En este sentido, el trotskysmo, desde el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), dio una fuerte pelea política contra estas concepciones desde una óptica marxista, proponiendo la construcción de un partido obrero revolucionario. El PST se desarrolló a escala nacional como organización de vanguardia, implantado en los centros fabriles y el movimiento estudiantil, dirigiendo comisiones internas y cuerpos de delegados, codo a codo con los activistas de otras organizaciones (e hilvano aciertos y errores).

El activismo fabril, con fuertes características clasistas, que había dado sus primeros pasos en las grandes fábricas automotrices de Córdoba, como FIAT, Grandes Motores Diesel, Thompson Ramco, Káiser y Perkins, se fue extendiendo a los demás gremios. Logró ganar la dirección de sindicatos como el de los trabajadores del Ingenio Ledesma, el sindicato de Farmacia, el de Gas del Estado y el gremio del Calzado de Córdoba entre otros. Importantes seccionales como el SMATA de Córdoba y luego la UOM de Villa Constitución. Y comisiones internas de fábricas metalúrgicas, autopartistas, textiles y del vidrio.

El peronismo y las elecciones de 1973

El peronismo fue visto por la mayoría de los jóvenes activistas como una alternativa para avanzar hacia el socialismo. Los cantos de sirena del general Perón llegaban desde el exilio madrileño alabando a las llamadas “formaciones especiales” que desarrollaban la lucha armada, mientras hacia un guiño a la burocracia sindical y preparaba el terreno para su vuelta. Ante la magnitud del ascenso obrero, la burguesía se orientó hacia una apertura electoral, como válvula de escape que permitiera estabilizar al régimen. Las elecciones provocaron fuertes discusiones en la vanguardia obrera. Montoneros llamó a votar al peronismo y los sectores ultras como el maoísta Partido Comunista Revolucionario plantearon la abstención. Lo cierto es que el movimiento de masas se volcó hacia el proceso electoral, viendo en las elecciones la posibilidad de tener a Perón nuevamente en el gobierno. El PST propuso a Tosco y a Armando Jaime, dirigente de la CGT de Salta y miembro del Peronismo de Base, encabezar una lista de candidatos obreros que denunciara la trampa democrática-burguesa, y llamara a la movilización y la lucha por la independencia de clase y el socialismo. Tosco y Jaime se negaron y se perdió la oportunidad de nuclear, en forma unitaria, a la vanguardia desde una tribuna clasista. El PST, no obstante, presentó sus candidatos más representativos.

Con Perón en el gobierno, se consolida la reacción burguesa y comienza un nuevo ataque contra la vanguardia obrera. Que a pesar del giro represivo continuó luchando, mientras las bandas fascistas de la Triple A asesinaban a cientos de militantes de izquierda (ver en esta misma edición el homenaje a los compañeros asesinados en la “Masacre de Pacheco”).

Luego del Rodrigazo en junio de 1975, que produjeron las Coordinadoras Fabriles, independientes de los “cuerpos orgánicos” de la burocracia sindical, Isabel Perón en la presidencia será incapaz de resolver la crisis económica y contener el ascenso obrero. La burguesía y el imperialismo yanqui organizan entonces el golpe militar genocida de marzo de 1976, con la complicidad del partido radical y otros, contando también con sectores de la propia burocracia sindical peronista.

Hacia una nueva perspectiva obrera

Los límites políticos de aquella vanguardia setentista no pueden marcarse sin tener en cuenta las orientaciones de las principales organizaciones que actuaban en el seno del activismo fabril y otros sectores de trabajadores. En este sentido, como dijimos al principio, la guerrilla fue un permanente obstáculo en la pelea por la independencia de clase y el desarrollo de organismos de autoorganización obrera. “Hay que hacer volar el techo sindical”, decían los militantes de Montoneros, graficando con esas palabras que el salto de lo sindical a lo político era a través de la guerrilla. Por otra parte, la concepción guerrillerista presuponía un aparato militar que sustituía el rol de la clase obrera en la construcción de los organismos de poder obrero que fueran la dirección del proceso revolucionario. Todo eso para conducir a los trabajadores a confiar en el general Perón. El ERP, por su lado, también despreciaba el método asambleario como germen de la autoorganización de los trabajadores, realizando acciones militares alejadas de la realidad que vivían los obreros cotidianamente. Siguiendo la orientación del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), valiosos activistas obreros dejaron sus lugares de trabajo para internarse en el monte tucumano o preparar atentados contra jefes de personal o unidades militares.

Sin duda, la tarea de avanzar en la independencia de clase debe ser el norte de los jóvenes activistas que hoy se incorporan a la lucha contra la patronal y la burocracia.

Esta pelea en la actualidad tiene que tender a retomar los métodos que la vanguardia del Cordobazo llevó adelante. La huelga y la ocupación de las fábricas, en muchos casos con rehenes, fueron habituales en aquellos años. Si las actuales condiciones todavía son muy diferentes a las de cuatro décadas atrás, el hecho es que la actual generación de activistas debe tender a superar la conciencia “legalista”, así como la presión ejercida desde el derecho burgués y la sacrosanta propiedad privada.

Los jóvenes obreros de la etapa del Cordobazo se encontraban a menudo en las fábricas con compañeros más grandes que habían participado en alguna huelga o habían sido delegados de base en algún momento. Estos les trasmitían sus experiencias en la lucha contra la patronal y los dirigentes “vendidos”. De esta manera, la nueva camada de luchadores se fortalecía. Hoy, los nuevos delegados y activistas tienen que hacer su camino en otras condiciones. Sobre todo, porque ya no están aquellos “viejos” que los “aviven” en la pelea. La tarea es ardua y no siempre grata. Pero esta nueva generación surge en la etapa abierta por las rebeliones populares y en medio de la mayor crisis económica del sistema capitalista. Se abren entonces grandes posibilidades de recomponer a la clase obrera sobre otras bases políticas y sindicales.

La generación del Cordobazo se batió heroicamente hasta que fue prácticamente aniquilada por la represión. Tamaña lucha ha dejado experiencias que los luchadores, en la actualidad, tienen que conocer y balancear, para hacerla una herramienta más en el camino de la recomposición.
-

lunes, 14 de mayo de 2012

EL GOBIERNO, LA BUROCRACIA SINDICAL Y LA RECOMPOSICIÓN OBRERA


¿Hacia una ruptura de la CGT?

A medida que pasan los días los ecos de la estatización parcial de YPF se van diluyendo y vuelven a emerger los problemas reales. El mas importante y motor de un creciente descontento popular es la escalada de los precios. Se trata de una cuestión que golpea día a día el bolsillo de los trabajadores. Tanto es así que una serie de estadísticas muestra que en los últimos meses el consumo popular ha tendido a caer ante el retraso de los salarios, cuando el consumo fue siempre uno de los "caballitos de batalla" K en los últimos años.

Eso conecta con otra cuestión que ya se está poniendo sobre la mesa: las negociaciones paritarias. La realidad es que ni desde el moyanismo ni de sus opositores en la CGT, y tampoco desde ambas CTA, se ha movido un dedo en los últimos meses en lo que tiene que ver con los reclamos que vienen desde abajo. A pesar de que el conjunto de las paritarias vienen atrasadas y del cacareo de Moyano y cía., la CGT no tomó una sola medida para respaldar sus reclamos frente al gobierno. Lo propio ha ocurrido desde la CTA Yasky, que se llamó a silencio desde que cerró el mísero acuerdo salarial de los docentes, y desde la CTA Micheli, que recién ahora anuncia una jornada nacional de lucha para el 8 de junio, sobre la que fijaremos posición oportunamente. 

Es decir, ante el deterioro acelerado del salario, ninguna de las fracciones de la burocracia sindical ha movido un dedo hasta el momento. Si bien Caló, de la UOM, salió a convocar un paro de 24 horas, no sería la primera la vez que lo levanta sin conseguir nada concreto. 

Y esto no se da precisamente porque las negociaciones vengan como por un tubo. La mayoría de las paritarias aparecen trabadas. De los gremios grandes, sólo Andrés Rodríguez de UPCN (estatales de la CGT) acaba de cerrar por el 22%, la cifra que quiere el gobierno. Pero las paritarias en metalúrgicos, bancarios, comercio y otros gremios vienen con más problemas. Estos gremios están pidiendo algún punto más y eso dificulta el acuerdo. Con los metalúrgicos, en realidad, prácticamente se ha acordado por un 22% pagadero en dos cuotas. Pero hay una cifra de 300 pesos que era no remunerativa y que se pretende que pase al básico, y la patronal está en contra. Ya en los casos de bancarios o comercio, la burocracia pide una cifra algo más alta y, además, se discute si los aumentos se extenderían a toda la escala salarial o sólo a los salarios iniciales y no al resto de la escala. En todo caso, ninguna de las burocracias ha convocado a medidas de lucha en regla ni, menos que menos, a un proceso democrático de elección de paritarios por la base para controlar todo el proceso, como debería ser. 

En todo caso, la disputa por las paritarias y la falta de un gremio “testigo” como en otros años que facilite las cosas al gobierno, las patronales y la propia burocracia encierra un problema más de fondo: la futura conducción de la CGT.


La unidad del movimiento obrero pasa por un plenario nacional de delegados de base

El futuro de la CGT es un tema que también va a ir ganando relevancia en las próximas semanas. A estas alturas, lo más probable es que termine dividida. La burocracia de la CGT está prácticamente partida en dos alas: el moyanismo, que hoy reviste en la crítica al gobierno de Cristina, y el bloque armado entorno a los viejos “gordos” menemistas, que ahora juegan para el gobierno. Si Moyano quiere ir por un tercer mandato, los gordos quieren entronizar al metalúrgico Caló como recambio.

Al parecer, y cuando todavía faltan dos meses para el Congreso que debería elegir la nueva conducción, ya ha comenzado el juego de las impugnaciones cruzadas. Cuando esto ocurre, lo más probable es que se comience un proceso que lleve a la partición de la central sindical. 

Por estas horas, al gobierno, subido a la ola de la estatización parcial de YPF, no se lo ve muy preocupado que digamos por el tema. Y menos que menos cuando los burócratas de todos los colores hacen declaraciones e incluso llegan a amenazar con medidas de fuerza, pero la sangre nunca llega al río. Las verdaderas luchas, las más de las veces, quedan en manos de la vanguardia independiente y la izquierda, como lo acaba de mostrar un relevamiento hecho desde el Observatorio del Derecho Social, que señala que las luchas independientes de los aparatos burocráticos en el sector privado, rondan un nada despreciable 13% del total desde 2007.

Daría la impresión de que para el gobierno una CGT partida en dos sería una suerte de “mal menor” frente a la posibilidad de que quede a su frente una conducción “crítica” de aspectos de la gestión gubernamental, como sería Moyano. Claro que nunca se puede descartar que finalmente se fume la pipa de la paz, como mil veces ha ocurrido. Pero no parece ser ese, al menos por ahora, el escenario más probable, salvo que sea Moyano el que retroceda, debido a que Cristina está, de momento, nuevamente en la cúspide de su popularidad.

Más bien, lo que parece posible es que en la CGT se repita lo ocurrido dos años atrás en la CTA. Cuando en septiembre de 2010 se realizaron las elecciones en esa central, caracterizadas por fraudes cruzados entre las dos alas de la burocracia (Yasky y Micheli), al parecer el michelismo se impuso por estrecho margen o, en todo caso, quedaron casi empatados. No hubo acuerdo para realizar nuevas elecciones y el gobierno, vía la justicia, le dio el aval a Yasky para seguir formalmente al frente de la central. Conclusión: emergieron dos CTA. Situación que, como es sabido, no puedo ser aprovechada como correspondía ante la negativa sectaria de sectores de la izquierda (PO y PTS) a apoyar la lista clasista convocada desde la asamblea de base en Fate.

Todo parece indicar, entonces, que este mismo esquema es el que seguiría ahora el gobierno respecto de la CGT. Mostrándose “prescindente”, avalaría la partición de la central obrera, de manera tal de debilitarla en su relación con el Ejecutuvo tal como hizo con la CTA.

Está claro que desde el punto de vista de los socialistas revolucionarios, la evaluación de lo negativo o positivo de la división de las centrales sindicales es algo táctico y no contiene ningún elemento de principios: no estamos atados a ninguna forma organizativa en particular, sólo a lo que facilita en cada caso la lucha y organización de los trabajadores. 

Desde ya, nuestra aspiración es una central democrática de trabajadores que unifique al conjunto de la clase obrera argentina y, desde ese punto de vista, nos oponemos en general a la atomización de las organizaciones obreras (y a la maniobra del gobierno). Pero ni la CGT, ni mucho menos la CTA, son eso hoy. Más bien lo contrario: se trata de ámbitos en cuyas decisiones los trabajadores no tienen arte ni parte, y los pasos que dan sus dirigentes, de unidad o división, tampoco tienen nada que ver con ninguna necesidad real de la clase obrera. Si la CGT se va a dividir o mantener unificada, sólo tiene que ver con las peleas internas de la propia burocracia como casta ajena a la clase obrera y a su relación con el gobierno patronal de turno, en este caso, el kirchnerismo. 

Por un lado, una CGT dividida queda debilitada en su relación con el gobierno. Pero, por el otro, contradictoriamente, debilita también a la burocracia en su conjunto en su relación con la base obrera; más allá de que hoy Moyano se pinte la cara de “combativo”. 

Así las cosas, en realidad, la posición de los revolucionarios no tiene que ver con la unidad o división de la CGT actual tal cual es, sino con cómo democratizarla para que represente realmente a los trabajadores. El mismo criterio vale para la CTA y una eventual central unificada de conjunto. La unidad del movimiento obrero sólo puede pasar por un Congreso o Plenario Nacional de Delegados de Base que le den expresión real a esa unidad.


Son las bases obreras las que tienen que votar la dirección

El moyanismo dice querer que se realice el Congreso y que allí “se vote democráticamente” quién conduce; agregan que esto sería un “hecho sin precedentes”, “un avance en la democratización del movimiento obrero”… Pero esto es pura cháchara. Es verdad que el sector de los gordos quiere llegar, si llega, a un congreso con “acuerdo”, en el que sale Moyano, entra Caló y que no se vota nada. Incluso más: ya están impugnando judicialmente la convocatoria al congreso hecha en el último Confederal (organismo de la CGT que agrupa a los secretarios generales de los gremios) que recientemente hizo Moyano. Un típico paso previo para la ruptura. 

Pero la propuesta de Moyano de “votar” en el congreso tampoco tiene nada de democrática. Esos famosos congresos no son más que un ámbito donde se juntan 2.000 o 3.000 “delegados de los gremios”, el 100% de ellos representativos de la burocracia, sin nada que ver realmente con la base obrera. El mecanismo del Congreso no es ni siquiera parecido a la introducción de métodos de la democracia burguesa en los sindicatos como ha hecho la CTA, donde por intermedio del método del voto secreto de los afiliados se pretendió dar un barniz de “democratización” a lo que en realidad es una pelea de aparatos muy parecida a una elección burguesa. Ya vimos cómo terminó dos años atrás. 

Una real alternativa de democracia obrera no es el dedo de la burocracia (como caracteriza a la CGT), pero tampoco los métodos podridos de la CTA que llevaron a su partición. Es algo completamente distinto que, por supuesto, la burocracia nunca va a hacer motu proprio: los métodos de verdadera democracia obrera. Por ejemplo, la convocatoria a un Congreso de Delegados de Base de todo el movimiento obrero para que sea este organismo, mandatado desde las bases, el que elija la dirección de la CGT. Ésta sería la forma realmente democrática de dirimir la cuestión, algo que en sus décadas de historia la burocracia de todos los colores siempre ha evitado como la peste: que las bases obreras se puedan expresar libremente.
-

jueves, 10 de mayo de 2012

TODO EL APOYO A LA LUCHA DE LOS ESTIBADORES DEL PUERTO EN MAR DEL PLATA


Dura lucha de los estibadores del puerto de Mar del Plata

En los últimos días los trabajadores estibadores del puerto de la ciudad de Mar del Plata han protagonizado una dura lucha en demanda de un derecho elemental: la jubilación. Derecho que en la década del 90 de la mano de las privatizaciones y flexibilizaciones menemistas perdieron al calor de la política patronal de armar las llamadas “cooperativas” que no son mas que la estrategia de las patronales negreras del puerto para explotar a los trabajadores sin  darle ningún derecho laboral. Situación que muestra que en materia de derecho laborales las políticas del kirchnerismo son una continuación del menemismo puesto que nada, absolutamente nada ha cambiado en este sentido.

La lucha de los estibadores se inicia ante la muerte de un compañero en la pobreza sin haber podido acogerse a la jubilación que le correspondía, situación que se repitió en otros 31 casos en los últimos años. Y no se pudieron acoger a la jubilación dado que producto de la cooperativización forzada de los 90, estaban en negro y sin aportes de ningún tipo. Son 220 los trabajadores en esta situación de haber trabajado más de 25 años en durísimas condiciones laborales y tener más de 60 años. Este reclamo no es nuevo, lo vienen planteando desde el 2009 cuando el gobierno K por boca de Tomada les prometió e inclusive firmó un acuerdo por el cual a todos estos trabajadores se les iba a reconocer una jubilación acorde a los sueldos que actualmente tienen. Pero desde entonces y demostrando la nula voluntad política del gobierno kirchnerista de reconocerles la jubilación a estos trabajadores (dado que reconocer que los estibadores pueden cobrar una jubilación sin haber hecho aportes producto de la cooperativización provocaría que muchos otros sectores de trabajadores portuarios salieran a reclamar por lo mismo), todos y cada uno de los expedientes están frenados en el ANSES. Desde ese entonces y por entera responsabilidad del gobierno K murieron 31 trabajadores en la pobreza sin poder acceder a su jubilación.

Y como gota que rebalsó el vaso, la muerte del último de los estibadores recientemente en esta situación provocó el estallido. Y los trabajadores autoorganizados decidieron pasar a la acción movilizándose a la delegación local del Ministerio de Trabajo de la Nación para reclamar la jubilación, llegando a encadenarse varios trabajadores en dicho lugar. Viendo que la respuesta del ministerio por boca y acción del delegado fue tratar de quebrar su reclamo decidieron tomar los accesos a las terminales del puerto y decretar un paro, pasando por encima inclusive de la burocracia de su gremio el SUPA, que no pudo controlar esto y tuvo que subordinarse. La respuesta del Ministerio de Trabajo no se hizo esperar decretando la conciliación obligatoria, conciliación que los trabajadores en asamblea no acataron, demostrando una voluntad de lucha muy grande. Es de destacar que los trabajadores mas dispuestos  a llevar adelante la lucha eran los mas jóvenes, los que están trabajando y por cada día de paro pierden plata, pero que están cansados de ver como constantemente sus compañeros mas grandes van muriendo en la miseria sin una jubilación.

La lucha de los estibadores se prolongó más de 10 días, en cuyo lapso demostraron mucha fortaleza sostenidos con el método de decidir todo en asamblea, no permitiendo que ningún burócrata les decida desde arriba los pasos a seguir. Fortaleza además porque sostuvieron el paro y la toma pese a las amenazas de represión, pese a las presiones cotidianas del gremio y pese a las amenazas de Tomada de que “si no se bajaba la toma y el paro él no iba a negociar”. Pero tuvo que bajar y negociar con la toma en pie, dada la fuerza de la lucha de los trabajadores y dada la presión que le estaban ejerciendo las patronales explotadoras y negreras que con la toma de los accesos al puerto no podían sacar las toneladas de pescado que tenían en los barcos y que se pudrían.

Recién luego de más de 10 días, ante la promesa de Tomada de que se iba a regularizar a los compañeros estibadores en situación de jubilarse (cobrando tres veces la jubilación mínima como parámetro) y ante las maniobras de la burocracia sindical del SUPA se levantó el paro y la toma de las terminales portuarias. Pero no les fue fácil al gobierno y a la burocracia desarmar la lucha, se enfrentaron a muchos estibadores que en la última asamblea estaban dispuestos a sostener la medida hasta tanto no se efectivizaran concretamente y en los hechos todas y cada una de las jubilaciones de los 220 trabajadores. Cansados de las promesas repetidas de los funcionarios K (recordemos que en el 2009 el mismo Ministerio de Trabajo de la Nación supuestamente les había reconocido las jubilaciones) y desconfiando del plazo de 90 días que se firmó, dieron la pelea por sostener la toma. Pero al presión del gremio y el ministerio pudo mas, por ahora.

Desde el Nuevo MAS estuvimos desde el primer día acompañando a los compañeros estibadores, solidarizándonos con su lucha, debatiendo con ellos y vendiéndoles nuestro periódico como para que vean que hay otras salidas más allá de la burocracia sindical y los partidos patronales. Grata fue nuestra sorpresa ante la gran recepción que tuvimos (vendimos más de 20 periódicos) y como los trabajadores nos escuchaban y dialogaban con nosotros, encontrando entre ellos a algunos viejos militantes del viejo MAS. La tarea ahora es profundizar esa relación con esos compañeros sabiendo que habrá por delante muy duras luchas dado que no se puede confiar ni un poquito en que el gobierno K o la burocracia sindical vayan a solucionar las demandas de los trabajadores. 
-