El FIT logra el triunfo de pasar el piso proscriptivo con la política que el Nuevo MAS venía planteando desde comienzos del año
Ayer domingo se realizaron las “primarias” convocadas por el gobierno kirchnerista mediante la nueva ley electoral. El primer dato político que las mismas arrojan es el contundente triunfo de Cristina Kirchner. Este hecho ha sido producto de dos factores: la situación de relativa “bonanza” económica que vive el país –y que viene premiando a los oficialismos en cada distrito y categoría a la que se vota–, así como un clima político nacional que no deja de estar marcado por el largo ciclo político de “rebeliones populares” abierto hace ya diez años en Latinoamérica, y que sigue haciendo de los motivos y temas democráticos y populares el sentido común político de las mayorías.
Sin embargo, el dato señalado no deja de tener un aguda contradicción. Es que en el momento mismo en que en la Argentina amplios sectores populares premian al gobierno K por la favorable situación económica, los llamados “mercados” viven de derrumbe en derrumbe y ya se preanuncia una recaída aun más grave en la crisis económica mundial que la del 2008, lo que no dejará de impactar de una u otra manera en el país.
Para sumar paradoja sobre paradoja, la circunstancia es que, en primera instancia, la redoblada amenaza de la crisis sobre el país no deja de beneficiar al oficialismo K, en la medida que todos sus opositores patronales defienden un curso económico neoliberal puro y duro repudiado por amplios sectores que no olvidan el desastre que fue el país en la década de los ’90. De ahí las malísimas performances de un Alfonsín, un Duhalde o mismo Carrió.
Pero a mediano plazo, este hecho, que en primer análisis beneficia al gobierno, podría terminar dándose vuelta, más probablemente luego de la elección de octubre, aunque no se pueda excluir un impacto más inmediato.
Es que las coordenadas políticas imperantes podrían cambiar en la medida que la crisis impacte de lleno en la Argentina y desnude al gobierno de Cristina como lo que es: un gobierno al servicio de la clase capitalista, que ha gozado de más amplios márgenes de maniobra que lo habitual. Pero, en caso de pegar un salto cualitativo esta misma crisis económica internacional, inevitablemente arrastrará al país detrás de ella, mostrando crudamente los límites de clase (burgués) del progresismo K.
Hay un segundo factor que explica la contundencia del triunfo oficialista. Como expresión parcial, en las recientes elecciones en Capital Federal, Santa Fe y mismo Córdoba, el fenómeno nuevo pareció ser un corrimiento hacia el centro-derecha de un sector del electorado. Pero como dijeron muchos analistas –y nuestro partido también– convenía no extrapolar elecciones locales en nacionales.
Es que personajes como Duhalde, expresión de salidas de “mano dura”, no se condicen con las relaciones de fuerzas más de conjunto existentes en el país, con el heredado clima “progresista” de cuestionamiento a las condiciones económicas y políticas que marcaron los años ’90.
Tomada la “encuesta” nacional que significó la elección primaria, es evidente que el rasgo dominante sigue siendo la inexistencia de un desplazamiento mayoritario a derecha y la atracción que siguen generando las medidas progresistas, “nacionales y populares”, más allá de que esto no se reflejara para nada en el clima preelectoral, el que entre las grandes masas fue más bien frío y sin grandes pasiones: fue una elección “conservadora” en el sentido de la mantenimiento de la estabilidad existente.
Parte íntima de lo anterior es que, en esta instancia, la reforma política proscriptiva pareció funcionar, en gran medida, en sentido opuesto al objetivo buscado por el kirchnerismo cuando la promulgó. Adelantémonos a decir que esto exige un esfuerzo de análisis y comprensión no mecánico de los hechos políticos y sociales.
La paradoja es la siguiente. La reforma se legitimó como mecanismo y le dio un gran triunfo al kirchnerismo. En este aspecto, los K lograron lo que buscaban. Porque parte central de su búsqueda son las vías de legitimación de la democracia de los ricos; es decir, los mecanismos de democracia indirecta. Y, además, también les sirvió como instrumento para lograr un triunfo electoral prácticamente “aplastante” sobre sus rivales patronales montándose sobre la “ola democrática” generada. Este es el costado reaccionario del asunto, el más importante desde el punto de vista estratégico.
Sin embargo, la contradicción es que esta legitimación se logró también mostrando, en esta instancia, algunos resultados diferentes o casi opuestos a los buscados, muy difíciles de prever, además, porque no había ningún antecedente de este tipo de elección.
Problema número uno: pareció agigantar más que tender a resolver el heredado problema desde el 2001 de la fragmentación del sistema de partidos. Problema dos: generó una suerte de muy progresiva “sensibilidad democrática” contra el piso proscriptivo del 1.5%, ola a la que se pudo subir Altamira para obtener un voto democrático que lo colocará en la elección de octubre.
Y, sin embargo, aquí está el gran problema: no siempre se va a poder apelar a este tipo de “milagros” para superar el piso proscriptivo: el principal sponsor de dicho “milagro” fue el derechista Jorge Rial. Y si bien la mayoría de la izquierda independiente, en esta instancia, logró el triunfo político de sortear la barrera, es un gravísimo problema que el piso proscriptivo se institucionalice. ¡Se ha institucionalizado una espada de Damocles que seguirá pendiendo reaccionariamente sobre la cabeza de la izquierda de aquí en adelante. Por eso, no habría que “enamorarse” de este resultado ni menos aun adaptarse a esta ley reaccionaria hoy supuestamente “vencida”, sino encarar una seria batalla contra la misma. Esto, hasta el momento, no ha sido planteado como tal por ninguna organización de la izquierda salvo por nuestro partido.
Pero hay algo más. Parte de los elementos contradictorios de la nueva ley, es la normativa en materia de espacios publicitarios para hacer campaña. La prohibición de pagar publicidad y el hecho de que el Estado garantice una X cantidad de espacios gratuitos funcionó, muy progresivamente, para visualizar como nunca antes a la izquierda. Aquí la pelea entre el kirchnerismo y los grupos privados como Clarín funcionó abriendo una brecha que el FIT pudo aprovechar –correctamente– al tener candidatura presidencial. Y, sin embargo, atención!: sean privados o estatizados los medios de comunicación, al no estar en manos de los trabajadores, podrían ser usados contra ellos y la misma izquierda independiente en cualquier vuelta de la esquina. Sobre esto también cabe alertar.
El logro del FIT de superar el reaccionario 1.5% proscriptivo se explica, entonces, por estos dos elementos “contradictorios” que venimos señalando: la “ola” democrática que generó la propia “primaria” y el aprovechamiento –subproducto de la candidatura presidencial– de los medios gratuitos como nunca sucedió en una campaña electoral para la izquierda.
Sin embargo, lo fundamental no es lo dicho, sino la circunstancia que a estos dos elementos “objetivos” se le agregó uno de tipo político y que fue el central, decisivo y definitorio para que el FIT pase: ¡el giro de último momento del FIT a hacer campaña contra el piso proscriptivo, tal cual veníamos señalando como necesidad desde el Nuevo MAS desde comienzos del año!
Diga lo que diga ahora el FIT, a los compañeros y compañeras informados de izquierda, seguramente no se les pudo escapar el hecho de que en una primera instancia el PO se negaba redondamente a hacer la campaña democrática, que Altamira arrancó (al igual que la fallida Argumedo) argumentando que ellos “ya tenían el piso de los 400.000, que el problema lo tenía Duhalde”.Que luego el PO, por boca de Altamira, se subió a la campaña por el “corte de boleta”, como dando por descontado que no pasaban, y finalmente parte del FIT reaccionó sacando un tímido primer cartel contra la proscripción sin la firma de quien es, por lejos, la principal fuerza del mismo FIT, o sea el PO; que incluso Cristian Castillo había salido a decir allá por abril, cuando las primeras discusiones de los finalmente componentes del FIT con el Nuevo MAS, que “no había que dramatizar la circunstancia”, llegándose al ridículo de rechazar de plano la propuesta del Nuevo MAS de sacar una declaración condenando la reforma proscriptiva. Por eso, el FIT dejó fuera de su programa la pelea contra la cláusula proscriptiva... que finalmente terminó siendo el eje excluyente de su campaña... En contraste con esto, Proyecto Sur no tomó la campaña contra la proscripción, y no pasó.
Desde nuestro punto de vista, este giro de último momento del FIT, luego de la muy mala elección en la Capital Federal, se hizo pasándose con armas y bagajes al otro lado. Es decir, una campaña electoral demasiado vaciada de otros contenidos. No es verdad que los votantes del FIT votaron “claras propuestas” como dice Altamira. Eso no es así: su campaña terminó siendo demasiada “adelgazada” desde el punto de vista del perfil de clase (obrera) que debe tener una campaña electoral de la izquierda independiente, esto tanto por responsabilidad del PO como del PTS.
Independientemente de lo anterior, que el FIT haya pasado el piso, no deja de ser un triunfo político del conjunto de la izquierda contra el gobierno y las fuerzas burguesas que pretenden día y noche desautorizarla diciendo que “no llega al 1%” como se acaba de ver en la solicitada sacada por la burocracia de la Unión Ferroviaria luego de su triunfo en la línea Roca. Un triunfo político que tiene, sobre todo, esa importancia, y no la estrictamente electoral.
En definitiva: el FIT pasó el piso con la política que planteamos desde comienzo del año desde el Nuevo MAS, triunfo al que contribuimos pegando decenas y decenas de miles de carteles contra la proscripción, repartiendo mayor cantidad aun de volantes y llamando abiertamente a votar críticamente a Altamira incluso si esto iba (como fue) contra nuestras propias necesidades electorales, siendo un hecho visible que la abrumadora mayoría de nuestros votantes pensaron que estábamos dentro del FIT y votaron en consecuencia... El hecho cierto y evidente es que nuestro partido se vio obligado a ir solo a una elección en condiciones absoluta, total y completamente desfavorables, y sin candidatura presidencial.
Y sin embargo, estamos muy orgullosos de haber dado esta dura pelea, de habernos negado a aceptar los términos antidemocráticos, aparatistas y sin principios del FIT para “incluirnos” en el frente. Hicimos un enorme esfuerzo de actividad, obtuvimos las legalidades de Provincia de Buenos Aires y la provisoria en la Capital Federal, hicimos una campaña completa y totalmente austera, militante, con un perfil definido de clase y sacamos pocos votos que igualmente no dejan de tener su valor dadas las condiciones existentes.
Pero sobre todo, y eso es lo que más vale, estamos seguros que parte importante de la vanguardia obrera y estudiantil, así como de la militancia amplia de la izquierda, sabe que desde el Nuevo MAS colocamos el planteo de lucha contra proscripción, con el que el FIT pasó en esta instancia. Y también esa vanguardia nos comprendió en nuestra decisión de no entrar al frente con criterios sin principios. Estamos convencidos que eso vale mil veces más que un puñado de votos, votos que como es sabido, van y vienen y de ninguna manera pueden ser el criterio principal en materia de política revolucionaria. Eso es oportunismo y nada más que oportunismo. El haber sacado algunos votos no le da ninguna justificación a su burocrático accionar de habernos intentado acallar y proscribir.
Porque, en definitiva, la clave es avanzar en la construcción de una izquierda revolucionaria más clasista, más principista y más democrática, de lo que es habitual en las fuerzas organizadas de la izquierda en nuestro país. Son criterios fundamentales para preparar a la amplia vanguardia obrera y estudiantil frente a los hechos epocales que se vienen de la mano de la crisis mundial, y que seguramente pondrán a los partidos de la izquierda revolucionaria frente a desafíos mucho mayores de lo acostumbrado en las últimas décadas.
1 comentario:
El 1,5 no es proscriptivo. Yo creo que es un error escudarse en esa pretendida proscripcion , cuando lo que hay en realidad es falta de un electorado dispuesto a votar a la izquierda mas radical. No veo que nacesidad tendria el gobierno de impedir que se postule un partido de nula representacion. De todos modos ojala que en la Argentina el gobierno siga parado lo mas a la izquierda que se pueda
saludos.
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