La "guerra de bolsillo de Cristina y Moyano desata una crisis política
¡Paro general activo ya!- Hace falta un encuentro nacional de delegados de base
Por primera vez desde que está al frente de la CGT, Hugo Moyano quedó
cerca de la convocatoria a un paro general. Esto ha ocurrido luego que
el gobierno reaccionara al paro de los camioneros del transporte de
combustibles, amenazando con aplicar la Ley de Abastecimientos que
autorizaría, incluso, a detenerlo. Esta amenaza generó un enfrentamiento
que estuvo a centímetros de la represión en la puerta del predio de la
destilería de YPF en La Matanza en la noche de este miércoles 20 de
junio, al cierre de esta edición.
El solo hecho que Moyano
haya quedado tan cerca de una convocatoria a un paro general, habla de
la gravedad de los acontecimientos en curso. Es que lo que se está
escenificando es la ruptura de una de las alianzas que más tuvieron que
ver con la estabilidad social en los últimos años, donde Moyano, con el
prestigio de “combativo” que tiene entre determinados sectores de
trabajadores, y logrando mayormente beneficios solo para su propio
gremio, se ocupó de mantener a raya la conflictividad al servicio de la
estabilidad capitalista de un país que emergía del incendio del 2001. De
ahí que no tenga en su haber ni una sola medida de paro general como
secretario general de la CGT, a diferencia del también burócrata Saúl
Ubaldini, que en la década de los 80 le hizo más de diez paros generales
a Alfonsín.
La ruptura con Moyano está significando, entonces,
una seria crisis política en el seno del oficialismo, el que a estas
horas está discutiendo febrilmente como proceder. Ruptura política que
tiene todo tipo de condimentos como por ejemplo, que la brecha dentro
del oficialismo se amplíe aún más ante declaraciones como las del
vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires, Mariotto, que involucran
a Scioli en una suerte de “complot” con el propio Moyano.
Desde el nuevo MAS nos pronunciamos a favor, aunque críticamente, de las
reivindicaciones que está levantando Moyano, más allá que no dejen de
ser limitadas a un sector de los trabajadores. Le exigimos que pase de
las palabras a los hechos convocando a un paro nacional activo con
movilización (un paro de todos los gremios, no solo de los camioneros),
al tiempo que planteamos que no se le debe tener ni un gramo de
confianza ni a Moyano, ni a Micheli, ni a ningún sector de la burocracia
sindical tradicional de nuestro país, y que de lo que se trata es de
poner en pie un Encuentro Nacional de Delegados de Base.
El trasfondo de un conflicto
Veamos sucintamente el trasfondo del conflicto entre Moyano y el
gobierno. Los elementos que están detrás del mismo son, básicamente,
dos. En primer lugar, en realidad, hay una razón que podríamos
considerar básicamente política: se trata que el gobierno, envalentonado
con el 54% de los votos obtenido en octubre pasado, creyó que había
llegado el momento de desplazar al camionero del frente de la CGT y
erigirse en único árbitro de la situación del país.
Es que a lo
largo de casi toda la última década, y, sobre todo, bajo el
kirchnerismo, Moyano siempre exhibió un “poder de fuego” y una autonomía
relativa que si bien les hizo un gran favor a los k negándose a
convocar a medida alguna de conjunto, mantuvo siempre una capacidad de
negociación y un rechazo al alineamiento incondicional que lo hacían –y
lo hacen- un factor de poder que el gobierno nunca logró controlar del
todo. Su desplazamiento de la CGT, tiene en gran medida el objetivo de
acabar con este elemento fuera de su control que cada dos por tres
amenaza con desafiarlos.
Pero hay también un segundo elemento, y
este tiene que ver con la situación económica (la razón más explicitada
por Moyano a estas horas). Es que en su disputa con el gobierno, Moyano
se encontró con un “aliado” en gran medida inesperado: el deterioro del
“modelo k”. Porque la realidad es que a la situación económica del país
se le han ido “apilando” una serie de desequilibrios que están
afectando los precios, los salarios, el crecimiento económico y, todavía
de manera incipiente pero real, el mayor logro del “modelo”: el nivel
de empleo. Es decir, que comienzan a afectar las condiciones de vida de
las mayorías, agravado el cuadro de situación, por la recaída en la
crisis que se vive en la economía mundial y que ya se comienza a sentir
en el país.
Así las cosas, y mientras arrecian los aumentos de
los precios y el gobierno parece nuevamente estarse convenciendo de la
necesidad de volver a la carga con la “sintonía fina” (frase redundante
para no hablar directamente de ajuste), Moyano levanta una serie de
reivindicaciones que no dejan de ser populares entre amplias franjas de
los trabajadores y que cuestionan aspectos de ese mismo ajuste.
La justicia de las reivindicaciones
La circunstancia es que desde su ruptura con el gobierno, Moyano
comenzó a levantar una serie de reivindicaciones que han venido chocando
con las intenciones de Cristina de llevar adelante un ajuste en la
economía ante los crecientes desequilibrios del “modelo”, ajustes que se
vieron postergados en oportunidad de la tragedia del ex ferrocarril
Sarmiento a comienzos de marzo pasado.
Tres son los reclamos
que Moyano ha explicitado de manera clara y que no dejan de reflejar
necesidades de los trabajadores. El primero tiene que ver con la suba
del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, impuesto que
instaurado bajo Domingo Cavallo, y continuado por Néstor Kirchner,
ridículamente está alcanzando una proporción cada vez mayor de
trabajadores, a los cuales se les ve confiscada parte importante de su
salario. Es que se trata no solamente de un impuesto aberrante (las
únicas ganancias existentes y que deberían tributar impositivamente
mucho más de lo que lo hacen bajo los k, son las que se embolsan los
capitalistas a partir del trabajo no pagado de sus trabajadores), sino
que a la vez, al aumentar el mínimo no imponible por detrás del ritmo de
la inflación y de los aumentos promedios en paritarias, cada vez afecta
a una franja mayor de los trabajadores.
El segundo tiene que
ver con el salario familiar. El hecho es que el salario familiar tiene
un techo a partir del cual se deja de pagar. Este techo está, en
promedio, algo en torno a los 3000$ a partir del cual, si un trabajador
aunque tenga hijos gana más, no cobra el salario por los mismos. Es
decir, es otra medida que penaliza a los trabajadores que cobran a
partir de determinado límite.
En tercer lugar, está la pelea
del gremio Camioneros propiamente dicho. Anteriormente, Moyano se había
acostumbrado a obtener siempre algún punto más, o algún beneficio bajo
la mesa. Esto ocurrió mientras estuvo de parabienes con los k. Pero
ahora, no sólo esto se acabó, sino que en la actual paritaria con los
empresarios del transporte, estos aparecen como tratando de
“penalizarlo” por su alejamiento del gobierno. Esto es así porque la
discusión se ha estancado en la oferta del 21% (sin proponer, por lo
demás, sumas fijas ni ningún otro beneficio, al menos hasta el momento),
mientras gremios k como el de metalúrgicos o, ahora la UOCRA,
obtuvieron porcentajes mayores.
En síntesis: los puntos que
está reclamando Moyano son justas reivindicaciones de una amplia porción
de los trabajadores y, por lo tanto, deben merecer el apoyo crítico de
parte de las organizaciones de la izquierda. Apoyo porque, en sustancia,
se trata de reivindicaciones sentidas. Crítico porque no se puede
olvidar nunca ni por un segundo que Moyano en su calidad de dirigente
burocrático al frente de la CGT –en realidad, a lo largo de toda su
trayectoria- siempre trabajó por el monopolio de la representación
sindical por parte del peronismo y en contra de la democracia de las
bases y la independencia política de los trabajadores.
Hace falta un paro activo general ya. Por un Encuentro Nacional de Delegados de Base
Los acontecimientos que se han vivido la noche del miércoles 20 están
significando una suerte de crisis política en el gobierno. El ejecutivo
quiso escenificar un “endurecimiento” aplicando la Ley de Abastecimiento
y, hasta el momento del cierre de esta edición, ese teatro le viene
fracasando. Moyano apareció en el programa A Dos Voces de TN saliendo a
convocar a un paro general del gremio camionero y una movilización a la
Plaza de Mayo de fecha todavía incierta sugiriendo, a la vez, que serían
bienvenidos todos los apoyos: en el programa manifestó que le había
llegado el de Pablo Micheli de la CTA disidente, o mismo el que se pudo
observar en vivo del Pollo Sobrero en La Matanza.
Desde ya que
hasta que se reúna la CGT y resuelva pueden pasar muchas cosas. Entre
ellas, mucho tendrá que ver con los nuevos pasos que decida el gobierno,
el que parece con poco margen para retroceder luego de ensayar un
endurecimiento y de que Cristina volviera apresuradamente de su gira
internacional dada la crisis desatada. La realidad es que tampoco Moyano
tiene mucho margen de maniobras si es que desde el gobierno no se
ensaya un cambio de posición, o se le “afloja” algo.
Como
señalamos arriba, nuestro apoyo a las medidas que pueda tomar Moyano es
un apoyo crítico. Es que Moyano es parte de la burocracia sindical
argentina que tiene entre sus objetivos cortar de cuajo la emergencia de
la nueva generación obrera que, desde abajo, viene haciendo una
experiencia de lucha y organización como hace décadas no se expresaba en
el país. Experiencias como la de algunos ramales ferroviarios, el
neumático, el subte, la alimentación, gráficos y los judiciales
bonaerenses, entre muchas otras, que marcan lo que venimos señalando y
plantean un estratégico cuestionamiento al conjunto de la burocracia
sindical.
Esta experiencia está en curso, además, en momentos
que no sólo la CTA está partida en dos, sino que la propia CGT se
encamina al mismo escenario a partir del 12 de Julio, cuando el sector
de Moyano realice su Congreso donde será reelecto mientras que el sector
afín al gobierno K entronice a Calo del gremio metalúrgico al frente de
la otra mitad.
En estas condiciones, nuestra exigencia pasa
porque Moyano, desde la CGT, convoque de inmediato a un paro general de
todos los gremios, no solo de camioneros, que sea activo, al tiempo que
se garantiza que la movilización a la Plaza de Mayo no sea solo de su
aparato, sino abierta a todos los que quieran participar.
Al
mismo tiempo, desde la izquierda, hay que dejar de hacer “mini
encuentros sindicales” de cada corriente por separado y trabajar por
preparar las condiciones para un Encuentro Nacional de Delegados de Base
que en medio del agravamiento de la crisis de la burocracia sindical y
de su enfrentamiento con el gobierno, permita que los sectores
independientes den un paso adelante hacia la conformación de una nueva
dirección para la clase obrera argentina.
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