Ante el llamado de Moyano y Micheli- ¡Tomemos en nuestras manos la convocatoria para hacer un paro activo nacional unificado!
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Que los compañeros y compañeras agrupados por la CGT Caló y la CTA de Yasky también se sumen
Finalmente, luego de dar muchas vueltas, la CGT de Moyano y la CTA de
Micheli convocaron a un paro general para el próximo martes 20, el
primero bajo el kirchnerismo. Al parecer, la CGT "Azul y Blanca" del
impresentable Barrionuevo, también se sumaria a la convocatoria, aunque
al igual que Moyano sin movilizar a Plaza de Mayo, ni, a priori,
convocar a medidas activas. Sin embargo, la “unidad de acción” de
Moyano, Micheli y Barrionuevo le daría bastante "representatividad" a la
convocatoria, más allá que los actuales “recontra-alcahuetes” del
gobierno como la CGT de Caló y la CTA de Yasky seguramente no serán de
la partida y que como es habitual en la burocracia sindical, el paro es
llamado por los medios, sin ninguna consulta a las bases trabajadoras,
menos que menos la realización de asambleas en los lugares de trabajo, y
nada que se parezca en algo a la democracia obrera.
La
convocatoria al paro ocurre después del fuerte cacerolazo conservador
del pasado jueves 8, pero tiene un carácter completamente distinto a
este. Si bien Moyano, Micheli y Barrionuevo tienen fuertes vínculos con
sectores de la oposición patronal, también expresan de alguna manera las
presiones por el descontento que viene desde abajo, desde las bases de
los trabajadores. Trabajadores que se están hartando del deterioro del
salario por la escalada sin límites de la inflación, y de la
confiscación de una parte de sus sueldos mediante el llamado "impuesto a
las ganancias". La convocatoria al paro, aunque realizada por sectores
burocráticos que buscan subordinar los intereses obreros a distintos
sectores patronales, da sin embargo un canal para que se exprese la
bronca de un sector social completamente distinto a los caceroleros del
jueves pasado: la clase obrera. Es en ese sentido que el paro debe ser
apoyado sin ningún lugar a dudas, apostando a que sea la clase obrera y
sus reclamos la que talle en la situación nacional yendo más allá de sus
convocantes burocráticos.
La realidad es que entre los
trabajadores existe una justa y creciente bronca contra el gobierno.
Desde hace meses Cristina viene aplicando un ajuste económico que
descarga la crisis sobre la clase obrera y los sectores populares.
Titulándolo sutilmente "sintonía fina", el gobierno ha venido intentado
sacarse de encima su responsabilidad por esta política antiobrera y
antipopular, “tercerizando” su aplicación sea a los empresarios, sea a
los gobernadores de las provincias, sea al Jefe de la Ciudad o a quién
sea. Esta maniobra no ha evitado que la bronca contra el kirchnerismo
esté creciendo. Es que este ajuste ha tenido el objetivo de que los
aumentos en paritarias quedaran por detrás de la inflación, un modo de
compensarles a los empresarios el deterioro del dólar para que no
pierdan "competitividad". De ahí que acercándonos a fin de año, y viendo
todos los días la insuficiencia de los aumentos obtenidos meses atrás,
amplios sectores de trabajadores y los gremios estén exigiendo sumas
fijas para fin de año con el objetivo de compensar este atraso.
Pero no se trata sólo de las paritarias a la baja que firmaron los
burócratas de todos los colores, oficialistas y opositores. También
tiene un lugar central en la convocatoria el rechazo al escandaloso
impuesto a las “ganancias” que pagan cada vez más porciones de
trabajadores dado que el aumento del piso a partir del cual este
impuesto impresentable se paga, ha quedado completamente por detrás de
la inflación. La situación aberrante aquí es que cada vez que un sector
de trabajadores obtiene un aumento, debe dejar parte importantísimo del
mismo en manos del gobierno que se lo saca al servicio de sus propias
necesidades. Como si esto fuera poco, las jubilaciones y demás ingresos
sociales se van retrasando mientras que, aun sea en cuotas o no,
aumentan el transporte, las tarifas, y demás servicios públicos, que de
tan deteriorados que están, lo único que causan es un creciente rechazo.
El de los servicios es otro de los elementos de repudio popular al
gobierno. A las amplias mayorías explotadas y oprimidas no les conmueven
realmente los reclamos de los caceroleros, que en definitiva se anudan
alrededor de la defensa de la propiedad privada, los dimes y diretes de
la pelea entre el gobierno y Clarín, el dólar y cosas por el estilo.
Pero si hay algo que no estuvo entre las prioridades del 8N, pero que sí
lo está entre los sectores populares, es el desastre del transporte y
la electricidad. Este ha sido otro de los grandes temas de estos días:
el inmenso apagón que refleja el creciente abandono al que ha sometido
el kirchnerismo unos servicios públicos que solamente han servido para
que se llenen de plata (subsidios estatales mediante) las operadoras de
los mismos, a la vez que provocando desastres y hasta tragedias entre
los usuarios como fue en marzo el accidente de la ex línea Sarmiento.
Como si lo anterior fuera poco, Cristina ya salió a sentar posición
contra al paro. Es en relación al movimiento obrero dónde más se le
notan los pelos de gorila. Se queja de que los caceroleros son un
movimiento “ultraconservador”. Eso es verdad. Pero lo que pretende
esconder con eso, es que su gobierno también es bien gorila en relación a
la clase obrera: sino que lo diga la clásica amenaza patronal que acaba
de proferir de que la consecuencia del paro serían “nuevos despidos”… Y
no nos olvidemos que hace pocos días nomás acaba de sancionar una ley
de riesgos de trabajo que la única intención que tiene es ponerle un
precio miserable a la vida del obrero, respondiendo de esta forma a la
preocupación empresaria de que en la justicia las familias damnificadas
obtenían “demasiada indemnización”. No les preocupa los accidentes que
se generan por la desidia empresaria, o los ritmos locos de trabajo que
aumentan sus súper ganancias: ¡lo que les preocupa es no pagar un precio
demasiado alto por las consecuencias que tiene esto sobre la vida del
trabajador! Cristina se declara “policlasista”. Pero esta no es más que
una maniobra para confundir (aclaremos, de paso, que la conciliación
entre explotados y explotadores, no existe), porque detrás de ese
envoltorio, el kirchnerismo en estos últimos diez años no ha hecho otra
cosa que defender una argentina 100% capitalista, que se nota no
solamente en las enormes ganancias obtenidas por los empresarios, sino
también en la concentración económica en manos de los más grandes grupos
económicos.
El deterioro del salario y de las condiciones de
vida es lo que ha motorizado la justa bronca entre los trabajadores, y
el que podría tener un progresivo canal de expresión en el paro del 20.
De ahí que la convocatoria debería ser a un paro realmente activo,
discutido por las bases, con asambleas, y cualquier otra forma de
organización desde abajo. No es así como lo piensan Moyano y Micheli. El
primero quiere hacer “un paro como los de antes”, es decir, solo
“dominguero”. Igualmente, tiene una dificultad: en aquellos paros
domingueros de las décadas pasadas, al menos realmente durante el mismo
parecía un domingo: no volaba ni una mosca, paraba todo el mundo. En
este caso no está claro qué adhesión tendrá la medida, porque más allá
de que muchos trabajadores seguramente simpatizarán con la convocatoria,
la fragmentación sindical que existe en este momento dificulta una
medida de ese tipo. Pero, además, hay otro problema. La búsqueda de un
paro pasivo por parte de Moyano tiene el objetivo de controlar todo, que
nada se le salga de las manos, además de congraciarse con sus nuevos
aliados de la oposición patronal, los que verían con muy malos ojos una
acción demasiado contundente como fuerzas patronales que son.
Luego está el caso de Micheli. Este boconea que quiere un paro “activo”.
Pero no ha convocado a ninguna asamblea de base para organizarlo en los
gremios o sectores dónde tiene fuerza. Las corrientes de “izquierda”
que le hacen de comparsa, como la CCC y el MST (o, incluso,
lamentablemente, el “Pollo” Sobrero del Sarmiento), no han abierto
palabra al respecto mientras Micheli cancherea que el 20 llevará a cabo
“100 cortes en todo el país” y convocará a un acto en la Plaza de Mayo.
La realidad es que el michelismo es muy débil. Su punto de apoyo está
entre los estatales, los que están fragmentados no solo con la
oficialista UPCN, sino en mil gremios más. Su convocatoria supuestamente
“activa”, es sólo para esconder esta debilidad orgánica en materia de
representación porque si el paro no lo garantiza el moyanismo, de cese
de actividades tendría poco.
Aquí salta otro problema vinculado
a la acción gorila del kirchnerismo en el movimiento obrero: su rol ha
sido al mismo que en relación al resto de los movimientos de lucha:
¡cooptar y fragmentar!. Bonito “progresismo” es este que solamente ha
buscado debilitar y cooptar mucho de lo que de independiente de los
aparatos tradicionales había dejado el 2001. Así como fragmentar en todo
lo posible el viejo aparato sindical, para que ningún gremio se le
pueda “retobar” demasiado. En esta acción, sin embargo, además de
garantizarse dominio y control, siempre se ha asegurado, sobre todo,
algo más estratégico: proteger y mantener la estructura sindical
tradicional pactando con burócratas de todos los pelajes a diestra y
siniestra, sólo importándole que los apoyen a ellos y siempre buscando
frustrar el proceso de recomposición que viene desde abajo. Muchos no
gustan escuchar esto. Pero la verdad es que el kirchnerismo ha sido bien
peronista en ese sentido: ceder algunas mínimas concesiones mientras le
asegura a la patronal excepcionales condiciones de explotación del
trabajo, y desalienta y trabaja contra todas las experiencias
antiburocráticas.
En este contexto, desde el Nuevo MAS opinamos
que la convocatoria es una oportunidad para que los trabajadores hagan
sentir sus reclamos en la palestra nacional. Pensamos que en todos los
lugares que pueda ser esto posible, deben realizarse asambleas,
reuniones abiertas, plenarios o lo que sea, unificando si es posible a
los trabajadores de ambas CGT y ambas CTA para llevar a cabo una acción
conjunta que los burócratas no van a garantizar. Además, debemos
esforzarnos porque la medida de fuerza sea activa, viendo en cada caso
como se puede garantizar esto, realizando piquetes y cortes de ruta
masivos dónde sea posible, y evaluando la conveniencia o no de movilizar
a Plaza de Mayo; esto es más táctico y dependerá de lo que más nos
convenga en cada caso. Pero lo que no es táctico es parar, y hacerlo
sobre la base de una decisión colectiva de los compañeros y compañeras
en cada lugar de trabajo buscando, además, que el paro no sea dominguero
sino activo y lo más unificado posible entre todos los trabajadores,
sean del gremio o la central que sean, y con una perspectiva
independiente que avance en comprender que no se debe ir detrás de uno u
otro sector patronal como pretenden todas las burocracias, sino que la
clase obrera debe hacer su propio camino político.
► Reapertura de paritarias ya
► Salario igual a la canasta familiar (que hoy ronda los 7000 pesos); ajuste mensual por inflación
► Derogación del impuesto al salario y asignaciones familiares para todos
► Derogación de la nueva ley de ART´s
► 82% móvil para los jubilados y pensionados
► Contra el trabajo en negro y tercerizado
► Contra la criminalización de la protesta. No a la ley “antiterrorista”
► No pago de la deuda externa
► Reestatización de todas las privatizadas bajo control y gestión de sus trabajadores
► Nacionalización de la banca y del comercio exterior
► Impuestos crecientes a las rentas agrarias y mineras