Cristina: “Podemos bajar las retenciones, pero oficialismo y oposición tienen que asegurar la financiación”
Gorilas a caballo, al galope tendido
El ballet de diálogos varios ya está dejando frutos interesantes, en la medida en que los protagonistas dejan los aspectos más etéreos de la discusión para mejor oportunidad y van derecho a lo que más importa: la platita.
Los gorilazos del campo son a la vez los más consecuentes y los que todavía insisten en darle expresión política al reclamo. Quedaron tan eufóricos con el traspié del gobierno que se autoproclaman los mariscales de la victoria. Hasta tienen el descaro de criticar a la oposición de derecha por “no darse cuenta de que ganaron”. Claro, para ellos “darse cuenta” significaría forzar una votación en el Parlamento eliminando las retenciones.
El acto de la Rural, con los monstruos de la Mesa de Enlace como oradores y una barra de 1.000 productores que pedían nada metafóricamente la cabeza de los Kirchner, exhibió en todo su dudoso esplendor a los pichones de Micheletti criollos. El nivel de insolencia y el tono provocador en los discursos, en la asistencia y en el ambiente general del acto asustó hasta a los más acérrimos defensores del “campo”.[i]
Sus organizadores lo llamaron el “primer acto de la era post kirchnerista”. Como lo definió agudamente A. Zaiat en Página 12, fue mas bien “el grito de Figueroa Alcorta”.[ii] Biolcati, de la SRA, se envalentonó: “La primera batalla a los Kirchner se la ganamos en la calle, después en el Congreso y ahora en las urnas”. Y cuando uno de los tantos asistentes enardecidos gritó: “No se preocupen que los Kirchner ya se van”, Buzzi le contestó, cómplice: “Hay que ayudar a que haya gobernabilidad hasta 2011”. Es decir, que los K hagan el trabajo más sucio de todos antes de irse del todo con pena y sin gloria.
Exultante por poder sacarse la careta –ya no hay riesgo de perder votos– Llambías, de CRA, reivindicó a José Martínez de Hoz (bisabuelo del ministro de Economía de Videla, fundador de la SRA y figura señera de la oligarquía argentina). Es el tipo de declaraciones que cuando las hacían dirigentes de la segunda línea ruralista, los garcas mayores trataban de minimizar. Claro, esas cosas se piensan pero no se dicen... al menos, hasta pasadas las elecciones. Por eso ahora los gorilas salieron de la niebla, y King Kong se subió al Empire State a gritar: “¡Viva Martínez de Hoz, mueran las retenciones!”
Pero no todo fue histeria anti K. Al fin de cuentas, eso es la puesta en escena para imponer lo que pide la Mesa de Enlace: una transferencia de recursos del Estado a los “productores” del orden de los 3.000 millones de dólares. El proyecto parte de eliminar retenciones al trigo y maíz (U$S 350 millones), al girasol (U$S 400 millones) y bajar 10 puntos las retenciones a la soja y derivados (U$S 2.400 millones).[iii] Además, propone distinguir entre productores de hasta 700, 1.500 y más de 1.500 toneladas. Las dos primeras categorías podrían canjear retenciones por otros impuestos, de manera que la tributación real sea casi cero.
Por supuesto, lo del 22-25% de retenciones a la soja es sólo “temporario”, como se apresuró a aclarar Buzzi a los productores que bramaron de bronca en el acto de la Rural. “El objetivo final es llegar a cero”, pero por una cuestión de “responsabilidad” y para “no desfinanciar” al fisco, aceptan graciosamente ceder en ese punto. Unos verdaderos estadistas...
Por otra parte, si bien toda la patronal respalda el reclamo de los sojeros y les reconoce el derecho de ser los primeros en pasar por ventanilla[iv], por su consecuencia anti K, no faltan quienes hacen números y descubren que semejante dádiva es realmente peligrosa. Es el caso de algunos radicales, que se han desayunado que el horno fiscal no está para esos bollos.
En efecto, las cuentas fiscales siguen en requeterojo y manoteando hasta del cajón de la abuela. Provincias y municipios reducen extras, congelan vacantes y se preguntan cómo van a hacer para pagar los sueldos. Buenos Aires es probablemente la provincia más complicada, con 5.500 millones de déficit (lo que explica las acrobacias políticas de Scioli).
La “racionalidad” según los Kirchner
El “diálogo” también dejó otras muestras del strip-tease de la clase política. Ya nadie se acuerda de que el “diálogo” empezó con algo tan insustancial como la reforma política; enseguida empezó el cambio de ideas sobre temas más concretitos. Veamos si no:
“(Cristina y Macri) hablaron de dónde tenían que salir los fondos para aliviar al campo y comenzar a cerrar el conflicto político (...) Ambos rechazaron nuevos impuestos, pero avanzaron en una idea conflictiva: reducir los subsidios al transporte y los servicios para (...) financiar una rebaja en las retenciones al campo. En otras palabras: bajar fuerte los gastos por 40.000 millones de pesos en subsidios, a cambio de aumentos en las tarifas públicas. La Presidenta insistió: ‘Podemos discutirlo, pero no vamos a hacer cosas irracionales’” (M. Bonelli en Clarín, 24-7).
Pues bien, veamos dos ejemplos de cómo funciona la “racionalidad” oficialista.
Por un lado, sigue pisando las importaciones, buscando resguardar una de las pocas patas del “modelo” que sigue en pie: el superávit comercial. Como los importadores se quejaron, la ministra de Producción, Débora Giorgi, convocó a su corta lista de aliados. El resultado: solicitada conjunta de la CGT, la CAME (patronales medianas y chicas), la UOM, la AOT (textiles) y el sindicato del Calzado defendiendo el “proteccionismo industrial”.
Ese es un costado; el que los K venían mostrando. Pero ahora aparece otro, el que reclaman la patronal, la oposición y las circunstancias adversas, y al que los Kirchner acceden. Un caso testigo es el acuerdo entre la Nación y ocho provincias productoras de gas (cuyos gobernadores actúan como meros lobbistas de las petroleras). El precio del gas en boca de pozo –el que cobran las compañías– pasará de U$S 1,60 el millón de BTU a U$S 1,90 ya mismo, y a U$S 2,60 de aquí a un año. Supuestamente, esto destrabaría inversiones por 650 millones de dólares para aumentar la producción, pero la verdad es que no hay garantías ni compromisos escritos.
Lo importante, como dijo el gobernador neuquino Sapag, es que “no va más un gas que estuvo congelado 8 años a precios nominales; el gas es un commodity caro”.
Cristina Kirchner fue todavía más explícita: defendió lo hecho hasta ahora con los precios subsidiados pero afirmó que las tarifas estaban “absolutamente desacopladas” en comparación con otros países. Y se aprestan a cerrar un acuerdo similar al del gas respecto del petróleo (Clarín, 29-7).
¿Hace falta traducción? Los aumentos escandalosos de la tarifa del gas no vendrán solos. Porque la energía eléctrica se genera también con gas, y los derivados del petróleo son insumos tanto de las compañías eléctricas como de la nafta y gas oil. Un tarifazo brutal en luz, gas, combustible y transporte es lo que asoma en el horizonte.
Lo que dice Sapag es lo que reclama toda la patronal, y lo que los Kirchner están empezando a asumir: no van más tarifas de servicios casi congeladas. Esta supervivencia económica del Argentinazo (recordar que las empresas de servicios fueron el primer blanco de la furia popular), a estas alturas y después del triunfo de la oposición de derecha, para el conjunto de la patronal y de la oposición, ya no se justifica.
Y no es el único plano en el que los Kirchner se avienen a ser más “racionales”. Como anticipamos en el número anterior, el “mercado” espera que el gobierno anuncie el canje de bonos de la deuda. Por eso los precios de los bonos viejos suben. Así, los Kirchner, aunque siguen sin arreglar el INDEC, salvan el negocio financiero, al desligar el rendimiento de los bonos nuevos de un índice de precios manipulado e insostenible.
Además, crecen los rumores sobre una oferta al Club de París, mientras se reconfirma que el gobierno pagará sin chistar el mayor vencimiento de deuda del año (los Boden 2012, en agosto). Y, como era de esperar (ver editorial anterior), las veleidades anti FMI del nuevo ministro de Economía duraron un suspiro. Ante la sugerencia del economista Roberto Frenkel (ex funcionario de Alfonsín y de Duhalde) de volver al FMI[v], el bueno de Boudou mostró su total acuerdo. Es que la necesidad tiene cara de hereje, y plata no hay.
Así y todo, es muy posible que todo esto siga resultando todavía demasiado “irracional” para el sofisticado paladar de la oposición de derecha, y ni hablar de esos baluartes de la racionalidad, verdaderos René Descartes de la política y la economía que son la Mesa de Enlace, la AEA y demás entidades patronales.
Lecciones del paro de la UOM
Mientras por arriba las patronales, el gobierno y la oposición le sacan filo a la guadaña, por abajo hay mas bien una desconfianza expectante, antes que grandes luchas. Pasa que, por un lado, el verdadero ajuste todavía no empezó del todo; no se puede anticipar la reacción al mazazo antes de que llegue. Por el otro, la burocracia sigue haciendo los mayores esfuerzos para que la situación social no se le desmadre al gobierno.
Pero hubo una importante excepción a este cuadro: el primer paro de la UOM en 15 años. Si bien tanto la convocatoria como la medida fueron controladas por la burocracia, lo ocurrido en Córdoba puede dar una pauta de lo que está por venir. Allí, el burócrata local Varas no tuvo mejor idea que negociar una miseria y salir a presentarla como un triunfo. La reacción espontánea de la base fue ejemplar: lo molieron a palos, escracharon la cámara patronal y faltó poco para que prendieran fuego a la sede de la UOM cordobesa. Todo esto, en el marco de que, insistimos, era la primera vez en años que se hacía un paro, y que la UOM no es precisamente un gremio caracterizado por tener una oposición organizada en su seno. Los burócratas de todos los gremios pueden ir recordando aquello de que cuando las barbas de tu vecino veas afeitar...
Cabe recordar que la burocracia se vio empujada al paro, sobre todo, por la verdaderamente roñosa propuesta salarial de los empresarios. Si se tiene en cuenta que la patronal metalúrgica está acostumbrada a transar con “su” burocracia de modo que la sangre no llegue al río, lo que queda a la vista es que el conjunto de la clase capitalista está decidida a forzar a la clase trabajadora a pagar los platos rotos de la crisis.
Y ese panorama puede dejar a la burocracia –hoy, pieza fundamental de la precaria estabilidad del régimen K– en una situación muy incómoda. Es decir, entre la intransigencia patronal y la bronca de las bases obreras, a medida que empiecen a llegar las plagas del ajuste: tarifazos, inflación, flexibilización, despidos y carestía de la vida en general. La reacción de los metalúrgicos cordobeses –puramente explosiva, sin oposición organizada– puede preanunciar otros estallidos. Es responsabilidad de la vanguardia, el activismo y la izquierda revolucionaria en preparar y prepararse para ese escenario, que puede sobrevenir antes de lo que muchos piensan.
[i] Hasta el grupo Clarín, fiel sostenedor del gusanerío local, empieza a notar con preocupación que “las entidades rurales han asumido el papel (...) de fiscales de oficialistas y opositores (...) las reivindicaciones sectoriales ya se han transformado en planteos políticos” (R. Kirschbaum, 29-7).
[ii] El “grito de Alcorta” de 1912 fue una rebelión chacarera contra los abusos de los terratenientes, que derivó en la formación de la Federación Agraria Argentina. La ironía hace referencia a que el predio de La Rural, donde se hace la exposición anual, está sobre la avenida Figueroa Alcorta, en Palermo, arteria donde viven tradicionalmente ricachos y oligarcas varios.
[iii] Cálculo de Clarín sobre previsiones de cosecha de la consultora Agritrend.
[iv] El documento de ese verdadero club de la gran patronal argentina que es la AEA no deja dudas al respecto: junto con la furibunda defensa de la propiedad y la rentabilidad empresaria, el texto es contundente en su respaldo a la baja de retenciones sin mayor consideración por la salud del fisco.
[v] El mecanismo técnico consiste en solicitar el artículo IV, por el cual el país accede a un monitoreo de las cuentas (incluidas las estadísticas) como paso previo indispensable para pedir préstamos de emergencia o comunes. Esa revisión no se hace en el país desde 2005.