¡¡La vuelta de los saqueos demuestra que el hambre no terminó!!
Cuando
menos se lo esperaba el gobierno de Cristina Kirchner, han vuelto los
saqueos en nuestro país. Los mismos comenzaron en Bariloche, ciudad
marcada por enormes contrastes sociales, y se extendieron luego a
Rosario, Campana y en el momento que escribimos esta declaración se
están sucediendo en varios puntos de la zona norte del Gran Buenos Aires.
Rápidamente el gobierno salió con una campaña de que los mismos “estarían organizados, instrumentados por sectores opositores al oficialismo” como queriendo quitarle legitimidad a los mismos. Pero esta es una flagrante mentira: ¡la sucesión de asaltos a supermercados está mostrando que una enorme cantidad de familias en nuestro país sienten que no podrán pasar las fiestas, como corresponde, con lo mínimo necesario para festejar las mismas!
Es que el kirchnerismo ha dibujado una imagen de falsa prosperidad. Es verdad que en la última década hubo creación de empleo a partir de la recuperación de la producción. Sin embargo, eso nunca resolvió la circunstancia de la enorme heterogeneidad en las condiciones laborales, amén del hecho que hasta un 40% de los trabajadores con empleo lo siguen haciendo en negro o en condiciones absolutamente precarizadas de trabajo.
El 2012 trajo, además, otros flagelos. El fundamental: un deterioro salarial y de los ingresos creciente como subproducto de una inflación imparable, reforzada, además, por la política de ajuste económico que acaba de tener una nueva expresión con el tarifazo del transporte.
Pero no se trata solo de esto. También es un hecho, marcado por todos los analistas, que la creación de empleo se estancó y, además, se vive el flagelo creciente de los servicios públicos: los cortes de luz constantes, el desastre de las inundaciones permanentes de los barrios más carenciados, el deterioro del transporte que a cada vuelta de la esquina amenaza con una nueva tragedia como la del ex ferrocarril Sarmiento de marzo de este año y un largo etcétera.
El gobierno de Cristina no reconoce nada de esto. También desconoce un fenómeno que ha venido creciendo: la ampliación de la brecha social, una polarización en los ingresos dónde los sectores que han quedado por fuera del empleo formal –sea en blanco o negro- que hace changas, o vive de planes sociales o de mecanismos por el estilo, han visto nuevamente derrumbarse sus condiciones de vida por el estancamiento de sus ingresos –si los tienen- frente a la cabalgata inflacionaria.
Otro argumento del gobierno para decir que los saqueos son “organizados” es la fecha: el aniversario del 19 y 20 de diciembre. Pero lo que el gobierno pretende esconder es que si el país reventó once años atrás en esta misma fecha y vive esta incipiente crisis hoy, no es por ninguna manipulación por “fuerzas ocultas”, sino por el simple hecho que a finales de año toda las familias obreras y populares hacen sus balances –por así decirlo- sacan “cuentas”, y evalúan como podrán llevar adelante sus merecidos festejos y fiestas de fin de año.
Sencillamente, muchas de esas familias a las que las cuentas no le dan y sienten como una injusticia el nivel de gastos y festejos de las clases pudientes, son las que han salido a saquear: esa es la única verdadera y real explicación más allá de todas las elucubraciones interesadas.
Y la respuesta del gobierno ante eso ha sido una vergüenza: ¡no se le ha ocurrido otra cosa que la represión! ¡Mandó a Berni armado hasta los dientes con 400 gendarmes a Bariloche en vez de solucionar aunque sea mínimamente el reclamo por hambre que expresan los saqueos!
Insistimos: ¡es un escándalo que un gobierno que se dice “popular” en vez de resolver la circunstancia, en vez de dar respuesta a las exigencias y reclamos que se expresan, salga a reprimir!
Desde el Nuevo MAS decimos categóricamente que repudiamos de forma absoluta esa represión que ya se ha cobrado dos vidas en Rosario.
También decimos categóricamente que las causas que están llevando a los saqueos son genuinas: tienen que ver con que en la Argentina capitalista del kirchnerismo el hambre no ha sido resuelto, la polarización entre ricos y pobres nunca dejó de creer y el saqueo es la forma que encuentran algunos de los sectores más pobres de la sociedad frente a la falta de respuestas y soluciones con la que se chocan.
En todo caso, la circunstancia debe ser aprovechada para volver a poner en pié asambleas populares barriales, para que en todas las localidades dónde hay hambre los compañeros y compañeras, las vecinas y los vecinos se organicen y comiencen a llevar adelante sus reclamos de una manera consciente y organizada colocando en el centro la exigencia de trabajo genuino asalariado, de plan de obras públicas ya, y su unidad de clase con los trabajadores ocupados.
En el mismo sentido, las organizaciones sindicales como las que acaban de hacer el histórico paro general del 20 de noviembre pasado, y luego la marcha del pasado miércoles 19 de diciembre (en ambos casos con destacada participación de la izquierda, entre ella, nuestro partido), son las que naturalmente deberían tomar sin ningún falso sectarismo en sus manos un programa de unidad de la clase obrera dónde junto con los reclamos por el impuesto al salario se incorporen los reclamos por la precarización laboral y también la exigencia al Estado de obras públicas para crear trabajo y resolver de manera más orgánica la circunstancia de hambre que no termina.
Junto con esto hay que sacar una lección más de fondo de la circunstancia: no hay ninguna “estabilización” (como la que se jactan los K cuando hablan de que ellos “apagaron el incendio del 2001”) bajo este sistema capitalista de explotación. Hay una crisis del capitalismo que es internacional; hay una crisis de la economía en nuestro país, y la única salida y estabilización de fondo solo podrán venir desde la clase obrera y su programa para que la crisis la paguen los propios capitalistas.
Rápidamente el gobierno salió con una campaña de que los mismos “estarían organizados, instrumentados por sectores opositores al oficialismo” como queriendo quitarle legitimidad a los mismos. Pero esta es una flagrante mentira: ¡la sucesión de asaltos a supermercados está mostrando que una enorme cantidad de familias en nuestro país sienten que no podrán pasar las fiestas, como corresponde, con lo mínimo necesario para festejar las mismas!
Es que el kirchnerismo ha dibujado una imagen de falsa prosperidad. Es verdad que en la última década hubo creación de empleo a partir de la recuperación de la producción. Sin embargo, eso nunca resolvió la circunstancia de la enorme heterogeneidad en las condiciones laborales, amén del hecho que hasta un 40% de los trabajadores con empleo lo siguen haciendo en negro o en condiciones absolutamente precarizadas de trabajo.
El 2012 trajo, además, otros flagelos. El fundamental: un deterioro salarial y de los ingresos creciente como subproducto de una inflación imparable, reforzada, además, por la política de ajuste económico que acaba de tener una nueva expresión con el tarifazo del transporte.
Pero no se trata solo de esto. También es un hecho, marcado por todos los analistas, que la creación de empleo se estancó y, además, se vive el flagelo creciente de los servicios públicos: los cortes de luz constantes, el desastre de las inundaciones permanentes de los barrios más carenciados, el deterioro del transporte que a cada vuelta de la esquina amenaza con una nueva tragedia como la del ex ferrocarril Sarmiento de marzo de este año y un largo etcétera.
El gobierno de Cristina no reconoce nada de esto. También desconoce un fenómeno que ha venido creciendo: la ampliación de la brecha social, una polarización en los ingresos dónde los sectores que han quedado por fuera del empleo formal –sea en blanco o negro- que hace changas, o vive de planes sociales o de mecanismos por el estilo, han visto nuevamente derrumbarse sus condiciones de vida por el estancamiento de sus ingresos –si los tienen- frente a la cabalgata inflacionaria.
Otro argumento del gobierno para decir que los saqueos son “organizados” es la fecha: el aniversario del 19 y 20 de diciembre. Pero lo que el gobierno pretende esconder es que si el país reventó once años atrás en esta misma fecha y vive esta incipiente crisis hoy, no es por ninguna manipulación por “fuerzas ocultas”, sino por el simple hecho que a finales de año toda las familias obreras y populares hacen sus balances –por así decirlo- sacan “cuentas”, y evalúan como podrán llevar adelante sus merecidos festejos y fiestas de fin de año.
Sencillamente, muchas de esas familias a las que las cuentas no le dan y sienten como una injusticia el nivel de gastos y festejos de las clases pudientes, son las que han salido a saquear: esa es la única verdadera y real explicación más allá de todas las elucubraciones interesadas.
Y la respuesta del gobierno ante eso ha sido una vergüenza: ¡no se le ha ocurrido otra cosa que la represión! ¡Mandó a Berni armado hasta los dientes con 400 gendarmes a Bariloche en vez de solucionar aunque sea mínimamente el reclamo por hambre que expresan los saqueos!
Insistimos: ¡es un escándalo que un gobierno que se dice “popular” en vez de resolver la circunstancia, en vez de dar respuesta a las exigencias y reclamos que se expresan, salga a reprimir!
Desde el Nuevo MAS decimos categóricamente que repudiamos de forma absoluta esa represión que ya se ha cobrado dos vidas en Rosario.
También decimos categóricamente que las causas que están llevando a los saqueos son genuinas: tienen que ver con que en la Argentina capitalista del kirchnerismo el hambre no ha sido resuelto, la polarización entre ricos y pobres nunca dejó de creer y el saqueo es la forma que encuentran algunos de los sectores más pobres de la sociedad frente a la falta de respuestas y soluciones con la que se chocan.
En todo caso, la circunstancia debe ser aprovechada para volver a poner en pié asambleas populares barriales, para que en todas las localidades dónde hay hambre los compañeros y compañeras, las vecinas y los vecinos se organicen y comiencen a llevar adelante sus reclamos de una manera consciente y organizada colocando en el centro la exigencia de trabajo genuino asalariado, de plan de obras públicas ya, y su unidad de clase con los trabajadores ocupados.
En el mismo sentido, las organizaciones sindicales como las que acaban de hacer el histórico paro general del 20 de noviembre pasado, y luego la marcha del pasado miércoles 19 de diciembre (en ambos casos con destacada participación de la izquierda, entre ella, nuestro partido), son las que naturalmente deberían tomar sin ningún falso sectarismo en sus manos un programa de unidad de la clase obrera dónde junto con los reclamos por el impuesto al salario se incorporen los reclamos por la precarización laboral y también la exigencia al Estado de obras públicas para crear trabajo y resolver de manera más orgánica la circunstancia de hambre que no termina.
Junto con esto hay que sacar una lección más de fondo de la circunstancia: no hay ninguna “estabilización” (como la que se jactan los K cuando hablan de que ellos “apagaron el incendio del 2001”) bajo este sistema capitalista de explotación. Hay una crisis del capitalismo que es internacional; hay una crisis de la economía en nuestro país, y la única salida y estabilización de fondo solo podrán venir desde la clase obrera y su programa para que la crisis la paguen los propios capitalistas.